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Diego Rivera, el arte y el marketing político

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Dado que estamos en una sociedad de libre pensamiento y expresión, hoy hablaremos del famoso mural “El hombre en la encrucijada”, del pintor Diego Rivera, esposo de la muy famosa también, Frida Kahlo., una obra de arte que, sin duda alguna, es la protagonista en la visita al piso de los muralistas del Palacio De Bellas Artes en la Ciudad de México, pero que también nos plantea suposiciones ¿comunismo que venden arte millonario a la clase opresora? ¿incoherentes, estrategas o artistas fieles a sus ideales?

La obra visualmente es espectacular: colores vivos, múltiples personajes, interacción de escenarios en un mismo espacio, e inentendibles escenas que captan la atención del espectador y lo obligan a detenerse para comprender e imaginar un poco lo que esta sucediendo en el relato de la pintura, y darse cuenta en pocos minutos que hay exposiciones de temáticas confrontadas, tales como el capitalismo y el comunismo.

Acto seguido, notar que lo que se está observando debía obedecer a sucesos que estaban pasando en el momento de su creación, y discusiones que el pintor quería inmortalizar con trazo critico y principalmente satírico., este es el caso de Diego Rivera, quien en vida disfrutó de su fama, pues como pocos pintores de años atrás, este artista puedo evidenciar el impacto y aceptación nacional e internacional de su arte, y vivir conforme ese estatus social, intelectual y económico que resultaba de vender su trabajo.

Es por esto que, para el año 1933 Abby Rockefeller como esposa de John D. Rockefeller Jr. y su hijo, Nelson Rockefeller, le encargan a Rivera la construcción de un mural gigantesco de casi cien cuadrados en el vestíbulo principal del edificio RCA Building, también conocido como el 30 Rockefeller Plaza o Rockefeller Center, y que corresponde a un rascacielos de 260 metros de altura y 30 plantas, siendo para la época, uno de los edificios más altos de la ciudad de Nueva York, Estados Unidos.

Desconociéndose con precisión los detalles, lo cierto es que Diego Rivera terminó por crear un mural que en términos generales, plasma una lucha entre el socialismo y el capitalismo, y en el cual, se observan personajes claramente opuestos a lo que representa la familia Rockefeller y a lo que significaba la construcción e inauguración del edificio Rockefeller Center, pues se dignifica y exalta en el lado izquierdo del mural (no accidentalmente) la lucha de las clases trabajadoras y obreras, la preservación de la esperanza y la paz, y de las ideas marxistas sin lugar a duda, pues los personajes de esta facción están perfectamente dibujados, encontrándose a Karl Marx, León Trotsky, Lenin, entre otros, mientras que en el lado derecho, de manera negativa y ofensiva, se observan militares con máscaras de gas, personas de elites adineradas, excesos, traición, vicios, enfermedades y en un pequeño espacio, al mismo John D. Rockefeller.

Evidentemente este mural no fue aprobado por la familia Rockefeller, quienes, según la historia, le escriben a Diego Rivera, pidiéndole que modifique y suprima estos personajes y demás, a lo cual Rivera se niega, diciéndose que escribió: “Prefiero estar muerto que mutilar mi obra, pero le propongo una salida ecuménica: ¿por qué no ponemos del otro lado a alguna especie de héroe para Estados Unidos y el mundo capitalista, como puede ser Abraham Lincoln?”

Conclusión, los Rockefeller destruyen el mural, el cual al año siguiente es nuevamente realizado por el mismo Rivera con algunas variaciones y medidas menores, en el Palacio de Bellas Artes.

Ahora bien, aunque sin duda alguna, en esta anécdota de una artista protestando mediante el arte contra las clases dominantes y capitalistas americanas se percibe un romanticismo casi poético, vale la pena reflexionar sobre el tema. Aquí algunas preguntas útiles: ¿Acaso esta hazaña de ridiculización hacia la familia más capitalista de la época y seguramente de la historia occidental fue una estrategia de mercado? ¿Acaso Rivera quien vendía arte a estadounidenses sabía que esta oportunidad lo inmortalizaría como un artista fiel a sus ideales? O quizás ¿En algún momento, y sin dobles intenciones, Rivera consideró que podía realizar un mural ofensivo en el edificio de Rockefeller sin que ello fuese censurado?

¡Debatamos la historia!