De Actrices y chismes…

Angelica Lobato Torres Articulos Criterios

Les he de decir algo que hasta a mi me sorprendió; el nuevo libro de Anabel Hernández “Las señoras del narco: amar en el infierno” no me llama nadita de nada la atención; pero nada; tal vez es porque las “famosas” involucradas han hecho de esto algo demasiado… barato y no lo digo por las figuras públicas; tanto la periodista, que tiene cierta reputación de decir la verdad sobre sus investigaciones, como las mujeres mencionadas, están cayendo en que, una investigación que podría considerarse sería, ahora sea platicado en los programas de chismes y el narcotráfico no pertenece en Ventaneando.

Hernández dice que su libro y todas las historias están basadas en fuentes confiables y documentos gubernamentales; incluso una de las historias principales es la de “Celeste”, una mujer que tiene una hija con el desaparecido Arturo Beltrán, que fue amiga íntima, en la que confiaba tanto, que le dejo información que relacionaba a este jefe de la mafia con el presidente Felipe Calderón, que ella podría ocupar como moneda de cambio cuando él ya no estuviera para cuidarla.

Leyendo una entrevista que le hicieron, Hernández confía ciegamente en “Celeste” para dar nombres y fechas, cosa de lo que las famosas se quejan, de que no hay pruebas para comprobar los “chismes” que están diciendo de ellas. “Celeste” habla del famosísimo “catálogo de Televisa” en que literalmente hablaban de las actrices y conductoras como comida:

“Celeste va a Televisa y le dan un menú de precios para ‘comer’ con sus grandes estrellas. Fue gracias a Violeta Vizcarra, una socialité, una chica que se maneja en los mundos de los políticos, gente con dinero, entró al círculo incluso de José Ramón López Beltrán, el hijo presidente de la República. Celeste estaba tentada a contratar a alguna de ellas, pero como decía solo ‘por comida’ y las cantidades de dinero eran exorbitantes, no se podía fiar, si al final no hacían algo más con el tío [nombre en clave de Beltrán Leyva], se iba a enojar con ella”.

Hernández dice que “Celeste” no le buscaba mujeres a Beltrán Leyva por gusto; sabía que esa era la forma en que ella podía ser la favorita, ser la catedral mientras las otras eran las capillitas y, ahora que estoy viendo cosas de cultos, tal vez esto del narco y el poder es un culto… bueno todo es un culto.

Pero lo que si me llama la atención es la parte del libro en que habla de Genaro García Luna; ella fue de las primeras periodistas en hablar de la relación que tenía con el narcotráfico, de las cantidades de dinero que recibía para proteger a los delincuentes y todos los “favores” que recibían muchas personas en el gobierno por ver para otro lado; situación, que si me preguntan,  creo mantenía una cierta “paz” en el país, situación en donde no se veía que la gente aplauda cuando llega cierto cartel para aplacar a otro cartel. 

Hernández cuenta en el libro de como García Luna es el responsable directo de que ella no viva en México, de que tenga que tener seguridad las 24 horas del día, todos los días; fue al juicio, lo vio a los ojos y pudo “cerrar el ciclo”; ella sentía que él le tenía miedo, de que pudiera dar más información que pudiera incriminarlo; y en entrevistas dice que el ahora posible candidato (por preferencia de la coordinadora de la 4T) podría ser igual que el ahora detenido; según ella, Omar Harfuch es un García Luna cualquiera, que aun antes de llegar al poder ya tiene cola que le pisen por el caso Ayotzinapa.

Esperemos que el libro deje de estar de moda, para leerlo, la verdad a mi me vale lo que las “ñoras” Montijo, Panini o Navidad tengan que decir; si estuvieron relacionadas con los narcos o no, pues ojalá les haya sido de provecho y si tienen sus consciencias tranquilas, que mejor pidan regalías en lugar de pruebas.