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Acapulco de tierra hollywoodense a tierra del olvido

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Con la melancolía que hoy sopesa a muchos mexicanos y, seguramente, a numeroso latinos y viejos seguidores de la hermosa ciudad de Acapulco, resulta necesario escribir esta reseña sobre un lugar en el que la playa, el mar, la música, la época dorada de Hollywood e incluso la realeza británica, parecen haber pertenecido a una tierra muy distante del actual puerto del pacifico mexicano.

En los años 40’, ese Acapulco considerado como “fantástico” y hasta mítico, fue visitado y convertido en casa de verano de algunas de las personalidades más destacadas a nivel mundial, mismas que hoy perduran en vida o en muerte, entre libros y revistas de culto, como parte de memoria histórica del lugar.

Algunos enamorados del mítico Acapulco, incluyen a John F. Kennedy y su esposa Jackie, quienes eligieron este destino para su luna de miel. Así mismo, la mundialmente aclamada actriz Rita Hayworth; la reina Isabel II; el legendario actor John Wayne, cuya fascinación por este hermoso lugar le hizo comprar el famoso Hotel Flamingos, ese que muchos mexicanos conocimos a través de la televisión e inmortalizamos por convertirse en el lugar favorito de personalidades como Frank Sinatra, Roy Rogers, Red Skelton, Gary Cooper, Errol Flynn o Cary Grant, y como no, de Luis Miguel, el sol de México.

No siendo suficiente este desfile de personalidades para intentar siquiera, comprender las dimensiones del potencial turístico e importancia mundial de la que el hoy el irreconocible Acapulco alguna vez gozó, debo recordar que, hasta el hombre del siglo, Elvis Presley, filmó en esta bahía la película y el tema principal, ambos bajo el mismo nombre (Fun in Acapulco), “Diversión en Acapulco”, no siendo esta la única canción inspirada en el puerto, ya que los Beatles también lo hicieron, con la canción “Las Brisas”. La lista de éxitos musicales que nacieron en esta tierra soleada, es inigualable e inimaginable.

Sin embargo, ese panorama experimentó un cambio significativo con el tiempo. Las pequeñas fisuras sociales, derivadas de la pobreza periférica y la creciente presencia de grupos delictivos, minaron de manera radical y casi irreversible, a este paraíso que solía ser el anhelado “sueño” de miles de personas y generaciones. Este lugar, una vez paradisíaco, ahora se ha convertido en una ciudad olvidada y abandonada en el estado de Guerrero, donde el sol que solía brillar incansablemente sobre el Pacífico, parece haber perdido su resplandor.

Cabe destacar que el golpe decisivo que marcó el inicio del declive del grandioso Acapulco fue, posiblemente, la iniciativa gubernamental de trasladar el desarrollo turístico al Caribe mexicano en Cancún.

Hoy, una nueva serie de infortunios sobre este mundo incomprendido, del cual a veces solo somos espectadores y otras veces inquisidores, golpea la ya congelada estructura de hoteles, residencias y diversas construcciones en Acapulco. Al parecer, el Huracán Otis ha condenado sin posibilidad de retorno a esta tierra olvidada, o, por el contrario, ha brindado una nueva oportunidad a la sociedad y al Estado Mexicano para recuperar aquello que merece ser rescatado.

Pocas veces el poder gubernamental es tan decisivo como en estas. Esta serie de eventos nos recuerda que una cadena de malas decisiones, de permisividades y  negligencia por parte del Estado, pueden, muy a pesar de las teorías del neoliberalismo que promueven la nula intervención estatal en el libre mercado, generar en países como México, la desaparición de un empresa estatal de talla hollywoodense.