“Suena rico”

Aldo Obregón Criterios

La historia de la música es la historia del cerebro humano y sus intrincados, laberínticos y misteriosos caminos hacia el entendimiento de lo que nos rodea, de lo que somos y de como lo que existe a nuestro alrededor se relaciona. Todo lo que tenga que ver con sentir, imaginar y crear tiene más que ver con el receptor que con el fenómeno que nos mueve. Así, el órgano primordial, el centro de la actividad sensible, la Caja de Pandora de todo lo que se ha creado decide bajo criterios inexplicables el qué seremos y cómo nos relacionaremos con todos los estímulos externos.

La antropología musical nos dice que hay comunes denominadores en todas las músicas de la historia del mundo y no es coincidencia que las melodías trascendentales, esas que aquí y en China (literalmente) funcionan para memorizar, estremecer y conmover tengan elementos que, a pesar de la distancia más insondable, la del tiempo, se antojan parecidos y nos arrojan la sencilla pero profunda pregunta: ¿qué define lo que nos gusta?

Un documental en YouTube me dice que la distorsión producida por una guitarra eléctrica pasada por un amplificador nos parece agradable por razones físicas, por otras que vienen heredadas desde el vientre de nuestra madre y por un tercer grupo que podría definirse como un humilde “quién sabe”. Manuel Obregón sugiere con su hermosa composición que el canto de las aves es un diálogo más cercano al cantante o al pianista de lo que a veces sospechamos. Las canciones que han pasado a la historia comprueban que existe algo que trasciende cultura e historia y nos une a niveles más profundos y difíciles de explicar, pero tremendamente fáciles de experimentar.

“Una máquina de encontrar patrones”

El ser humano goza al encontrar patrones. Nada genera un mayor placer intelectual que encontrar el patrón o, como a mi me gusta llamarle: entender el chiste. Nos reímos porque entendemos el chiste, porque logramos ver algo que no está ahí pero que sí está.

Podemos identificar patrones, conceptualizar la realidad que nos rodea y hacer conjeturas, imaginar escenarios que no existen y transformar a partir de la idea lo que existe en el mundo real. Entender el chiste no es más que la evolución del milagro que es encontrar el patrón, resolver el acertijo, entender el fenómeno.

La música se mueve sobre estos patrones. La música ES estos patrones.

No cabe duda que el escuchar música es siempre un acertijo y a algunos les gustará la seguridad de la respuesta conocida mientras que otros buscarán placer en la sensación de no entender del todo. Repetir patrones que conocemos nos da seguridad y nos hace sentir en casa; enfrentarnos a nuevos patrones o a la aparente falta de ellos nos provoca de igual manera excitación e incertidumbre. Una dosis correcta de excitación e incertidumbre nos prende por dentro y, como todo fenómeno químico, las proporciones importan.

“Me asusta, pero me gusta”

Hace poco me reencontré con mi amado amigo César Lazcano Malo, cantautor, humorista, “showman” espléndido y enorme ser humano durante el concierto de mi otro igualmente amado Miguel Inzunza. Llevábamos ya unos tragos encima y el concierto había terminado cuando sonó “Making Love Out of Nothing at All” de Air Suply. Inmediatamente los ojos de Lazcano Malo se abrieron como platos y comenzó a contarnos cómo esa fue la primera canción que le hizo sentir algo, que le revolvió la entrañas mucho más allá del mensaje de la letra durante su adolesencia.

Lazcano no hablaba inglés, pero la melodía y el je ne sais quoi que conecta las almas adolescentes con la música en general le hicieron entender algo que no estaba ahí pero sí estaba y esa experiencia lo marcó. De ahí para acá, todo ha sido buscar esa misma sensación.

Uno cree que hace canciones para escuchar cosas que no existen, pero la realidad es que el artista está desesperadamente buscando repetir esa primera sensación, esa primera vez que entendió el chiste.