Debo decir que cada vez que leo este lema, experimento de inmediato una sensación de ímpetu y orgullo por ser mexicano, leerla es como poder apreciar una declaración de justicia poéticamente dicha.
Justamente, hace unos días, realizando trabajos de escritorio y absorbido una tarde por el tecnicismo jurídico y mecánico, recibí de una persona extranjera, un mensaje señalando en un documento una oración ubicada entre el atentamente y la firma que un funcionario de la Universidad Nacional Autónoma de México, la oración decía en mayúsculas sostenidas: “POR MI RAZA HABLARÁ EL ESPÍRITU”, la persona me decía que esto nunca lo había observado en ningún documento de su país, el cual comparte al ser latinoamericano, historias de conquista española y represión indígena, reflexioné que México ha incorporado la historia de los pueblos indígenas y lo que de ella cultural y lingüísticamente se ha rescatado, a casi todo su funcionamiento actual: a sus emblemas, nombres de instituciones, parques, festividades, música comercial y cientos de cosas más, pero también, como muchas otras cosas en la vida, recordé que es una nación muy contradictoria.
La frase creada por José Vasconcelos para la UNAM, es una representación del despertar de los pueblos oprimidos en Latinoamérica, es decir, de los pueblos indígenas de América ante una larga noche de opresión, o lo que es más claro, ante el duradero periodo de injusticia, genocidio y esclavitud que enfrentaron nuestros antecesores, originariamente indígenas, luego criollos, mestizos, mulatos, y demás.
Dicho eso, esta consigna de resignificación de la raza indígena y sus descendientes como una realidad de orgullo y que reclama lo que por pertenecía al territorio le corresponde, parece que se rehúsa ha ser adoptada en un gran sector de la sociedad mexicana.
Los comportamientos diarios y permanentes de discriminación racial y la pigmentocracia, parecen que se fortalecen cada vez más en lar urbes de México, pero la más dura realidad, es que se están escabullendo tan sigilosamente en todo lo que consumimos a diario, que se han vuelto peligrosamente imperceptibles.
Inclusive, es tan contradictoria esta convivencia entre el orgullo racial del que habla Vasconcelos y la pigmentocracia, que siendo Benito Juárez hasta la fecha, el único presidente indígena , considerado orgullo nacional, siendo recordado y mencionado en la actualidad con gran popularidad (a muchos niños les siguen llamando Benito, e inclusive, la jirafa más popular de México hace poco la bautizaron como Benito), hoy los mexicanos de piel más clara tienen el doble de probabilidad de colocarse dentro del 20% de la población más rica de México, (según PRODER, Colmex 2019), actualmente, el 82% de los modelos en anuncios publicitarios de revistas mexicanas son de piel clara (según Teliz, Silvia. Universidad Panamericana 2020) y las mujeres hablantes de lenguas indígenas tienen 373% mayor riesgo de no terminar la primaria vs no hablantes de lenguas indígenas (según OXFAM 2019), todo esto, aun cuando el 88% de la gente en México dice tener la piel morena u oscura. (OXFAM 2019 a partir de datos INEGI 2016)[1].
México no habla aún por su raza.
[1] Todas estas cifras, reunida a su vez por La Fundación Pigmentogracia – Cambiando Narrativas https://www.pigmentocracia.com/
