Relación Liquida.

Criterios Martha Vargas Vázquez

Quien se enamora, pierde.

Han salido tantas nuevas formas de relaciones que ya no sabe uno ni que sucede, donde queda el sentimiento, la ternura, el amor, los detalles y sobre todo el compromiso. Que si el poli amor o las relaciones liquidas. Todos los seres humanos tenemos la necesidad de relacionarnos y estar acompañados. Tenemos que dar amor y sentirnos amados. Pero ahora con estas nuevas formas de relacionarse debemos estar muy atentos en qué tipo de relación estamos. Quiero escribir un poco sobre las relaciones liquidas.

Una relación líquida es aquella relación, ya sea amorosa, de amistad o laboral, en la que no hay unos cimientos sólidos de confianza y apoyo para forjar un proyecto a un largo plazo con la otra parte.

Las relaciones líquidas se caracterizan por su debilidad. Se crean lazos que se diluyen y se escapan ante cualquier conflicto o con cualquier excusa.

Este tipo de relaciones afectan tanto a la pareja como a nuestras amistades, e incluso a la familia. ¿Qué tienen en común? Que su duración es determinada, es decir, tiene un final mucho más próximo de lo esperado.

La sociedad está en un cambio constante y nosotros con ella. Antes los vínculos eran más sólidos, mucho más fuertes, y ahora, sin ser conscientes, nos sumergimos en relaciones líquidas que tarde o temprano se pierden en el tiempo.

Actualmente infidelidades, decepciones, problemas de dependencia emocional, etc. Son circunstancias que hacen que una relación se transforme en tóxica o que, por el contrario, se rompa. El desenlace es triste y caemos en un duelo.

El gran problema es que cuando estos vínculos se rasgan somos conscientes de una terrible realidad: estamos solos. Los lazos que establecemos con el resto de las personas tarde o temprano se quiebran y se transforman en recuerdos.                                                  

Pero, ¿por qué han derivado las relaciones en relaciones líquidas? Hoy nos vemos en el aprieto de satisfacer nuestras necesidades lo más rápido posible. Y cuando nos sentimos satisfechos, pasamos a otra cosa. Puede resultar superficial y bastante “egoísta”, pero muchas personas viven esta realidad.

Además, es importante señalar cuantas personas le temen a ese “para siempre”. Queremos disfrutar de la vida, vivir por todo lo alto y sentirnos atados a alguien no es algo que entre en nuestros planes.

Muchas veces nos preguntamos si estamos preparados para perder nuestra libertad, quizás quieran sentir esa libertad que les permite ser ellos mismos sin cargas ni responsabilidades. Pero, como todo tiene sus consecuencias, las relaciones empiezan a presentar unos vínculos muy frágiles.

No siempre nos sentimos identificados con este tipo de relaciones, pero de alguna manera la sociedad te empuja a experimentarlas de forma directa o indirecta.

 Zygmunt Bauman, un sociólogo y filósofo polaco, nos comenta al respecto que nos vemos obligados a adaptarnos a una sociedad que cambia de una manera muy rápida. Por lo tanto, se nos exige que seamos flexibles para adaptarnos y “acostumbrarnos” a estas transformaciones.

Todo esto no solo da lugar a las relaciones líquidas, sino que, según Bauman, desarrollamos una “identidad líquida” que se endurecerá en el exterior, se vestirá con una armadura. Así, aparentemente será sólida y fuerte, pero por dentro la persona será frágil, débil y estará desgarrada.

Es verdad que con estos cambios continuos, mantener relaciones sólidas puede resultar algo muy difícil. Necesitamos una constante, una estabilidad para poder evitar esos vínculos tan frágiles. Pero en la actualidad esto no es posible y tenemos que vivir y relacionarnos al ritmo que la vida actual nos va marcando.

Las redes sociales también influye en esta nueva forma de vivir las relaciones, mucha gente se conoce por medio de ellas y genera relaciones que nunca llegan a tener un contacto físico, muchas veces compartes todo en redes y dejas de disfrutar un evento, un concierto, una comida, un café, preocupándote más por que tus amigos en redes sociales vean donde y con quien estas. ¿Alguna vez te has preocupado por la cantidad de amigos que tienes en Facebook? ¿Has seguido a personas en Twitter para aumentar tu número de seguidores?

Con esto se comprueba, que se prefiere la cantidad a la calidad, y esto también se reflejará en tus relaciones reales. Los más jóvenes quieren ir ligeros por la vida, cambian de amigos y de pareja muy pronto, y cada vez la familia va perdiendo importancia.

Las personas que mantienen relaciones líquidas saben que no pueden planificar su vida a largo plazo. Los cambios se suceden y de un momento a otro puede que todo dé un giro de 180º. Es por eso por lo que no se comprometen y empiezan a tenerle miedo a los sentimientos. De aquí que el que se enamora pierde, no podemos involucrar los sentimientos. Pero al final esto es como utilizar por un tiempo a alguien para sentirnos acompañados. Pero en el momento que se involucra el sentimiento debemos salir corriendo, es parte de la regla.

Saben que los sentimientos pueden generar dependencia y esto no les conviene. Además, son conscientes de que hay muchos peces en el mar, y que si una persona se va puede ser sustituida por otra sin ningún problema. Volvemos nuestras relaciones en una relación desechable.

Con todo esto, podemos decir que más que relaciones lo que se establecen son “conexiones”con otras personas. No nos entregamos al 100% y sabemos que esa relación va a tener su final tarde o temprano. Desde un inicio sabemos que esto va a durar poco y que va a terminar. Pero aun sin involucrar el sentimiento cuando esto termina vivimos un duelo y tenemos que pasar todo el proceso del mismo.

Por lo tanto hasta donde estamos dispuestos a vivir al ritmo que nos marque la moda, toda la vida vamos a estar en relaciones liquidas. Saliendo de una y entrando a otra cada que se termine una.

Por un lado deseamos estrechar vínculos, pero al mismo tiempo deseamos tenerlos lo suficientemente flojos para poder desatarlos rápidamente y sin esfuerzo cuando las cosas no van bien  y asi sufrir lo menos posible.

Te quiero mucho pero tampoco te vayas a ilusionar.

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