El Insurgente Vino Mexicano

Criterios Laura Góngora

“Existe más historia que geografía en una botella de vino  

(J.Kressman) 

Es probable que no te hayas preguntado antes cómo llegó el vino a México o que tengas una idea vaga relacionada con la conquista, si es así, estás en lo correcto, el vino llegó a nuestras tierras con la llegada de los primeros conquistadores, sin embargo, de ese día a la actualidad, ha tenido que superar acontecimientos históricos que pudieron haber terminado con su existencia en nuestro país, lo cual sería a mi punto de vista una tragedia. 

1519 fue el año de la llegada de misioneros y conquistadores a tierras mexicanas, con ellos llegaron las primeras vides (entre 1519 y 1522), no olvidemos que el vino formaba parte importante de la dieta mediterránea de los españoles, pero no fue hasta 1574 que se inició una tradición vinícola, cuando sacerdotes y conquistadores salieron de Zacatecas rumbo a Coahuila y parte de Durango en busca de oro. En su recorrido encontraron un oasis con aguas frescas de manantiales, rodeado de montañas, lo que hoy conocemos como el famoso valle de Parras, cuna de grandes vinos en la actualidad. 

Llega el año 1595 y con este, la primera amenaza de extinción del vino, una cédula real expedida por el Rey Felipe II donde se prohíbe la siembra de vides y la producción de vinos, además se manda a quemar los viñedos (que no fueran misiones) de todo el País. Al parecer la nueva España empezó a representar un riesgo comercial para España y la vinificación quedo restringida para cualquier uso que no fuera la evangelización. Sólo una privilegiada hacienda permaneció con los permisos para continuar elaborando este fermentado, probablemente gracias a una estrecha amistad entre el Rey y Don Lorenzo García, esta es la hacienda de San Lorenzo en Parras, Coahuila que posteriormente en 1893 paso a manos de Don Evaristo Madero abuelo del presidente Francisco I. Madero.  

Empezamos a escuchar nombres que nos hacen sentido como la familia Madero, relacionada con un evento importante en nuestra historia: la Revolución. Pero retrocedamos un poco en el tiempo, vamos al evento que nos dio identidad y forjó nuestra nación, el que estamos por celebrar con el grito de ¡Viva México! y cuando hablo de nuestra Independencia, a todos se nos viene a la mente uno de los personajes más emblemáticos de dicho levantamiento en armas, el cura Miguel Hidalgo, que curiosamente también está muy relacionado con la historia del vino en México. 

Miguel Gregorio Antonio Ignacio Hidalgo y Costilla Gallaga Mandarte y Villaseñor, un héroe nacional, amante de las artes, la literatura, la música, el pensamiento crítico y entre otras cosas el buen vino, dicen que solía tomar vino generoso español; un hombre que sin duda me hubiera gustado conocer, se sabe también que su vida estaba muy relacionada al campo gracias a su padre que administraba una hacienda en Guanajuato, es así como sus conocimientos intelectuales, en campo y su (buen) gusto por el vino, lo lleva entre 1801 y 1810 en Dolores a cultivar uvas para la producción vinícola, lo cual fue mal visto por la corona real, ya que las restricciones seguían vigentes, no se podía elaborar dicha bebida, a menos que contaras con un permiso real, mismo que el cura solicitó y le fue negado, pero gracias a la falta de supervisión por parte de la Corona, Hidalgo siguió vinificando e incluso intentó celebrar en el año de 1810 una suerte de “vendimia” donde tendría invitados para poder ver el proceso de prensado de uva ¡Un rebelde con causa!, todo esto de acuerdo al historiador William Dirk Raat.  

Muchas fueron las razones para que el cura lidereara un levantamiento en armas en contra del Virreinato y a todas ellas podemos sumarle la destrucción de sus viñedos en 1810 a manos de tropas del Virrey Francisco Javier Venegas, queriéndole dar un escarmiento o como diríamos en México un “estate quieto”, la suma de todas ellas dio origen al movimiento armado más importante que tuvo lugar en nuestro País y gracias al cual hoy celebramos nuestra Independencia, gracias a esa lucha es que hoy también podemos disfrutar libremente del vino que se elabora en nuestra nación sin restricciones. (El vino de Miguel Hidalgo, Escobar P., 2018) 

La cultura del vino sin duda se la debemos a nuestros conquistadores, la suerte de tener vides en nuestro país es por ellos, pero la gracia de poder elaborar nuestra propia versión y degustarlo este 16 de septiembre o cualquier otro día sin prohibiciones y restricciones (omitiendo la ley seca por COVID en algunos estados) de la mano de nuestra gastronomía se la debemos a los héroes que nos dieron libertad.  

Este próximo martes, te invito a maridar nuestros vinos con nuestra comida típica de fiestas patrias, quizá no es lo más común por falta de costumbre, pero te aseguro que es una gran experiencia, un vino rosado con unas chalupas, un buen tinto con unas tortas ahogadas o un blanco con tamales. ¡Inténtalo y me cuentas! 

¡QUE VIVA MEXICO Y QUE VIVA EL #VINOMEXICANO! 

laura.gongora@criteriodiario.com

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