Abrazos y “Cocolazos”

Criterios Jaime A. Romano

He mencionado en varias ocasiones las tradiciones de Puebla, el amor que tenemos a conservar aspectos de la Puebla de antaño y hoy quiero hablar de una tradición que desapareció por muchos años y gracias al amor a Puebla y sus tradiciones, regresó. 

Pero antes, un poco de historia: dentro de las órdenes religiosas más importantes en la historia del Catolicismo se encuentran la Orden de Predicadores (o Dominicos) quienes a partir de las enseñanzas de Santo Domingo de Guzmán predican la palabra de Jesucristo a los fieles y su orden hermana los Franciscanos regidos por las enseñanzas de San Francisco de Asís, quien recibió los estigmas de Cristo y practicaba una fe mística. Ambas órdenes son contemporáneas, San Francisco de Asís funda su orden en 1209 y Santo Domingo de Guzmán funda su orden en 1216. estos dos Santos tienen un encuentro en Roma en años posteriores donde la leyenda dice que se dieron un abrazo fraterno al encuentro. Incluso cuando los Frailes Dominicos llegan a evangelizar a la Nueva España, estos son recibidos por sus hermanos Franciscanos en la Ciudad de México.  

Y es así que año con año en la Puebla, las órdenes hermanas han llevado a cabo la tradición de celebrar misa el 8 de agosto día de Santo Domingo, los frailes Franciscanos celebran misa en honor al patrono del templo de la 5 de mayo y 4 Poniente y el día 4 de octubre, día de San Francisco de Asís, los frailes Dominicos celebran la misa en el templo de San Francisco en el Boulevard 5 de Mayo.  

En la Puebla, se tenía la tradición que para estas fiestas patronales, las imágenes de los Santos patronos de estas órdenes religiosas salían de sus templos para encontrarse en la calle 6 oriente, afuera del templo Conventual de Santa Clara de Asís, donde las dos imágenes recreaban el abrazo que se dieran en Roma, los Santos. Es así como los espectadores veían a quienes cargaban las andas con las efigies, inclinarse y parecer que chocaban las frentes en un “topetón”. La tradición dictaba que los panaderos donaban cocoles para conmemorar el “cocolazo” que se daban los Santos, panes que se repartían entre los asistentes a esta celebración. Una tradición que por razones desconocidas dejó de celebrarse por muchos años y retomada por el actual rector del templo de Santa Clara, comenzó a celebrarse nuevamente en el 2016.  

En tiempos de la pandemia sólo queda el recuerdo de esta tradición Poblana, más ahora que pasamos este 4 de octubre en casa, sin celebrar a San Francisco con chalupas y sin el afamado “Cordonazo de San Francisco” que según la tradición era la última lluvia del año. Esperemos que el próximo agosto podamos continuar con una edición más del topetón y el abrazo fraterno de las órdenes. Y claro, degustar de un delicioso cocol, elaborado por las manos expertas de los panaderos de Puebla.  

jaime.aguilar@criteriodiario.com