Apuntes del Día Naranja: de la reflexión a las estrategias

Criterios Fadia Márquez Cabrera

Hace unos días mirando el documental “Las tres muertes de Marisela Escobedo”, solté lágrimas silenciosas al escuchar a esa madre llena cansancio recorriendo kilómetros y dedicando los restos de su vida para hacer un poco de justicia. Sí algo causa conocer el detalle de los hechos, los nombres de las víctimas, las condiciones de las violencias y los testimonios es cuestionarnos: ¿Qué se necesita para cambiar sustancialmente la violencia de género en México?  

En el marco del “Día Internacional de la erradicación de la violencia contra las mujeres” (el miércoles pasado), tuve la oportunidad de entablar algunos diálogos a distancia con mujeres que llevan años trabajando en prevenir y atender los distintos tipos de violencias hacia mujeres y niñas. Algunas desde espacios sumamente protocolarios y poco flexibles, otras desde la investigación académica, otras desde la autogestión, otras con agendas enmarcadas y guiadas por la mira internacional. Sin embargo, lo fructífero de intercambiar experiencias es que puede hacerse un ejercicio de identificar los puntos en común, los obstáculos y los avances. 

Parece que la violencia en México es como el eterno mito de Sísifo donde nos lleva una y otra vez al mismo punto, empujando la misma piedra gigantesca sin avance alguno, ante el eterno retorno de lo mismo. Por desgracia, parte de esta percepción es que existe un halo de invisibilidad hacia quienes se encuentran generando proyectos, estrategias y políticas. Por ello, aquí algunos apuntes para aquellos y aquellas que se atreven a tejer soluciones y dar esos pequeños espacios de esperanza para las mexicanas. 

1. Es importante cambiar el sentido de las cifras. 

Sin duda es muy distinta la manera de investigar un fenómeno desde las ciencias exactas, describir y observar un fenómeno que puede encuadrar en el método científico a través de evaluaciones y mediciones precisas. A diferencia de los fenómenos sociales, los cuales se mueven, son flexibles y se ven atravesados por la complejidad humana. Sin embargo, de las muchas formas de estimar las características de los grupos sociales, una de las que nos ayudan más al momento de establecer políticas públicas son las cifras, los datos duros y la estadística.  

Mencionaba una facilitadora del Fondo de las poblaciones de la ONU en México (UNFPA) Tenemos que darles un sentido distinto a las cifras, no es lo mismo decir 10 mujeres mueren cada día en México, a decir: cada día 10 hombres matan a una mujer en México”. En esa lógica, el dato no cambia, pero la forma de enunciarlo tiene un peso y un significado distinto en quien lo lee. Si seguimos pensando en el argumento de las víctimas ¿Cuándo empezaremos por el problema de los agresores? 

2.  No existe una forma única de enseñar “¿Qué es la violencia de género?. 

En diversos espacios podemos observar pláticas al respecto de enseñar conceptos de violencia, los tipos, la gravedad y las leyes que enmarcan la violencia contra las mujeres en México. Sin embargo, ¿Esta regla aplica para todos y todas? Pareciera que las estrategias se han centrado en el aprendizaje memorístico y la comprensión del tema de la violencia desde una vía única que puede aplicar para unos, pero no para todos. Generar aprendizajes significativos en este tema y en general en la educación es en sí mismo un reto. Comentaba Cecilia, organizadora del Proyecto “Refleja”: “Existen talleres donde hemos enseñado a amas de casa, mujeres mayores a los 60 años acerca de identificar la violencia utilizando plantas, haciendo huertos y un sinfín de estrategias. No existe una forma única para que las mujeres comprendan que, en algún punto de su vida, han sido violentadas”. Con este punto, lo que quiero decir es que, existen conceptos clave para que el proceso de la educación y reeducación de la violencia se lleve a cabo, pero no siempre tiene que ser con el uso de un solo lenguaje. Entre más simples y ligeras sean las estrategias, no significa que sean menos contundentes. Al igual que otros procesos educativos, establecer otros medios de enseñanza puede significar democratizar el tema de la violencia contra las mujeres. 

3La complejidad requiere más de una trinchera. 

Hay muchas aristas de la problemática de la violencia de génerodesde lo público y lo privado y las violencias que surgen en grupos focalizados, ¿Existe acaso algún aspecto de la vida que no se pueda mirar atravesado de la experiencia desigual por las condiciones de género en México y el mundo? Si bien los avances jurídicos Estatales o Federales se dan por el empuje de una suma de condiciones, entre ellas los movimientos sociales, la presión ciudadana, la investigación, la opinión pública, la constante observación y las recomendaciones de organismos internacionales. Por lo tanto, tanto en temas de prevención como de atención, se requiere tanto del Estado Mexicano como de un papel activo de la sociedad civil para alcanzar los objetivos deseados. 

4. La sororidad es clave. 

Según Marcela Lagarde define la sororidad como una forma de complicidad y de actuar entre mujeres para empujar las agendas, es decir si las mujeres no nos unimos por aquello que nos lastima ¿Entonces quién? El miércoles pasado, uno de los puntos al hablar de las cusas de la violencia política (y otras formas de violencia) fue la importancia y la necesidad de sororidad para lograr espacios y condiciones más equitativas.  

La sororidad es más allá de un superfluo cumplido, tiene que ver con una profunda comprensión de las condiciones de vida de las mujeres que nos rodean y de aquellas más invisibilizadas: las indígenas, las migrantes, las trabajadoras domésticas, las trabajadoras sexuales y una amplia lista de mujeres vulneradas en el país por la suma de los factores.  

En suma, el Día Naranja, es un día de sororidad, de reflexión y de acción, de cuestionarnos y evaluar lo que nos puede llevar a espacios y vidas más dignas para nosotras, ellas y todas.  

fadia.marquez@criteriodiario.com