Ausencia y Vacío: invitados a la Cena de Navidad

Criterios Martha Vargas Vázquez

Afrontar la silla vacía en Navidad

Todos esperamos con ilusión la llegada de la Navidad, las vacaciones, la vuelta a casa, las reuniones con familiares y amigos o los regalos. Se trata de una época asociada a la alegría, la ilusión y el deseo por compartir con los más allegados los últimos días del año. Adornar la casa verla llena de luces y adornos relacionados con una de las mejores fechas del año. 

Pero este año será una celebración totalmente diferente, en primer lugar por no poder reunirnos libremente con todos nuestros seres queridos y lo peor porque habrá familia y amigos que partieron este año y se está viviendo el Duelo de su pérdida. Es muy difícil hablar de celebrar cuando no se pudo ni siquiera realizar un funeral como estamos acostumbrados. 

Este año se tiene en muchos hogares la pérdida de un ser querido y  esto implica una experiencia muy diferente. Este año, la ausencia y el vacío son los nuevos invitados, estos invitados promueven diversos estados emocionales como tristeza, apatía, rabia o incluso culpa. De esta forma, la Navidad se convierte en un auténtico terror, estamos a un punto de cualquier  abandono de la celebración, o el sentimiento de obligación de mantener las reuniones y cenas familiares dan lugar a una experiencia silenciosa de duelo creando un gran malestar en las personas afectadas.

Este proceso de duelo  provoca darle un nuevo significado a esta época del año apareciendo nuevos rituales y modificando las tradiciones familiares. Además, el intento de evitar cualquier tipo de celebración se ve entorpecido debido a que la decoración y el espíritu navideño inundan las calles, el transporte público, los centros comerciales y redes sociales. Esto provoca aislamiento, esquivar las emociones producidas por la pérdida de un ser querido en un periodo en el que el recuerdo de “los que ya no están” se hace más palpable.

El duelo es un proceso complejo que da lugar a distintas formas de buscar un cambio que varían en función de factores como la proximidad con la persona fallecida o el apoyo social recibido tras la pérdida. 

En la primera Navidad tras la pérdida y viviendo una pandemia confinados en casa, la incertidumbre inunda los diversos planes familiares, lo que puede dar lugar al deseo de establecer cambios en esta época del año.

Algunos consejos para afrontar estas fechas serian:

Suprimir la Navidad.

Evitar cualquier tipo de celebración relacionada con este periodo. La ausencia de reuniones, decoración y alegría envuelven los hogares, donde el recuerdo de la persona perdida permanece de forma constante. 

Actuar como si nada hubiera pasado.

Otras personas sienten la obligación de llevar a cabo la celebración de todos los años, una obligación que se ve especialmente presente en núcleos familiares donde hay una fuerte represión de los sentimientos producidos por la pérdida, o donde se trata de “proteger” a otros miembros de la familia, como es el caso de las familias con hijos pequeños.

Hacer una actividad  diferente.

Celebrar en un lugar diferente la Navidad, realizar un viaje o hacer cambios en la celebración familiar. Las personas pueden sentir que, debido al cambio experimentado tras la pérdida, ha cambiado el significado de la Navidad.

Estas actuaciones es un intento por procesar una experiencia desoladora en un momento temporal en el que el anhelo de los ausentes cobra una mayor fuerza. 

Existen varios caminos posibles para poder gestionar el duelo en Navidad, estos caminos pueden ser:

Consensuar el tener una reunión Navideña.

Tener una reunión familiar previa para saber si se desea llevar a cabo una celebración navideña, respetando las opiniones, deseos y emociones del resto. 

Expresar abiertamente el deseo de Celebrar la Navidad.

Se debe crear un ambiente que facilite la expresión de estados emocionales, opiniones respecto al deseo de celebrar la Navidad, preferencias por incluir cambios en los rituales navideños, etc.

Dar libertad de elección. 

Respetar el deseo de cualquier persona de no celebrar la Navidad, debido a que cualquier intento por persuadir a esta persona puede generar un conflicto interpersonal o un sentimiento de culpa en la misma, lo que interferirá en el proceso de duelo.

Decidir si se simboliza a la persona ausente

Introducir un objeto (fotografía, vela, etc.) que recuerde a esa persona permitirá compartir los sentimientos de tristeza o añoranza entre los asistentes. A pesar del malestar que puede generar esta situación, la ausencia del recuerdo de esta persona puede producir un malestar mayor que, junto a la represión emocional, puede interferir en el manejo del duelo.

Evitar el aislarse.

A pesar de la posible decisión de no llevar a cabo la celebración, es recomendable el apoyo de los más allegados.

Hablar abiertamente con los hijos

Apartar a los más pequeños de estos asuntos con el objetivo de intentar protegerlos, no compartir con ellos esta experiencia, ni atender a sus necesidades emocionales, puede interferir en su experiencia de duelo y, en última instancia, en su desarrollo emocional.

El duelo no se borra con el paso del tiempo. El tiempo no garantiza la cura de una herida, el apoyo de los más allegados, la expresión emocional, el llanto,  la despedida o la aceptación de la pérdida son elementos imprescindibles para el desarrollo de la experiencia de duelo. No obstante, cuando este problema se mantiene de forma prolongada se debe de buscar la ayuda especializada. No se puede vivir toda la vida en Duelo.

“No diré no llores porque no todas las lágrimas son malas”. 

J.R.R. Tolkien

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