Primero que nada, quiero hacerles una pequeña confesión: El miedo más extraño y por el cual me hacen más burla es mi miedo a los extraterrestres. Años y años de soñar con aliens persiguiéndome, me traumaron y la extraña fascinación de mi mamá por ver “Encuentros cercanos del tercer tipo” con su musiquita tétrica y en épocas más recientes el gusto culposo de mi hermana (y colaboradora de “Criterio Diario”) por “Alienígenas ancestrales”.
Pero en pasados días la NASA logró poner a “Perserveranse” en la superficie marciana en búsqueda de vida. Este aparato lleno de plutonio, cámaras y sensores estará por años en el planeta que parece desierto, lo cual le da un poco de calma a mis miedos pero, todos sabemos que el universo es demasiado grande y es más que seguro que en algún planeta lejano nos juzguen por ser una forma de vida despreciable.
Marte ha sido siempre fuente de inspiración literaria en diferentes formas, desde explicar el comportamiento de los hombres en “Las mujeres son de Venus y los hombres son de Marte” de John Gray hasta títulos más de literatura, en especial en el género de ciencia ficción como “El marciano” de Andy Weir y “Crónicas marcianas” de Ray Bradbury. Ambos libros son obras en las que, más que hablar del planeta, la superficie marciana es un escenario para ver el reflejo de la sociedad terrestre.
“Crónicas marcianas” escrito en 1950, es un compendio de pequeñas historias que ocurren en 1999 (cuanta confianza tenía el autor en el futuro espacial). Llegan al planeta Marte varias expediciones terrícolas que generan diferentes conflictos sociales. Demostrando celos irracionales, discriminación y racismo, los marcianos son seres superiores con la capacidad de leer mentes y de hacer creer a los terrícolas lo que ellos quieran, desde lugares conocidos hasta familiares muertos. Miedo, pero un libro que ha superado el paso del tiempo y hasta el día de hoy sigue siendo una joya de la ciencia ficción.
“El marciano” es una historia más conocida, gracias a la película que salió hace un par de años y que, seguramente, no tardará en aparecer en la programación de la televisión. Nos cuenta la historia de un astronauta Mark Watney queda atrapado en el planeta rojo cuando su equipo lo abandona al pensar que está muerto. Sin tener manera de contactarlos y aprovechando su virtud de ver las cosas con humor, por más dramáticas que parezcan, y sus conocimientos en botánica, tiene que buscar la manera de sobrevivir y tener comunicación con la NASA, para que puedan rescatarlo. Lo lograrán o será demasiado arriesgar a un grupo de personas por una sola persona, la cual, tal vez cuando lleguen a Marte, podría estar muerto.
Me llama mucho la atención como siempre habrá curiosidad por el espacio, quiero suponer que por ser algo desconocido y más grande de lo que podemos imaginar. En los libros para niños hay un sin fin de libros sobre el universo y los planetas, generando o alimentando la curiosidad que naturalmente tenemos por saber que hay en el espacio exterior.
Hace un par de días vi las imágenes de Marte con mi abuela y me volteó a ver y me dijo: “Ya me puedo morir” y después corrigió: “No, todavía me faltan muchas cosas por ver” y creo esa es una gran motivación para seguir viviendo, tal vez nosotros nunca lleguemos a ver la vida que existe en otros planetas o que el hombre llegué a alguno de ellos, pero estoy segura que sí lograremos ver cosas que durante años sólo existían en libros de ciencia ficción y si, les doy la libertad de que me maten primero si en algún momento inicia la invasión extraterrestre.
angelica.lobato@criteriodiario.com