Juárez y la Restauración del Senado

Criterios Josimar Alejo

La columna del día de hoy está destinada a uno de los grandes personajes de nuestra historia nacional, con motivo de su natalicio: Benito Juárez. Claro que es una las figuras más pensadas y usadas por la historiografía, ya sea la que esculpe a héroes y villanos (historia de bronce-oficialista) como aquella que se ha dedicado a analizar con sus diferentes matices a los seres que tuvieron una participación en la construcción de naciones (historia crítica). 

Como ya es sabido, Juárez construyó y restauró la República. El primer momento como resultado de un intenso diferendo entre liberales y conservadores que, con el triunfo de los primeros, pudieron concretar la segunda Constitución de nuestro país, la de 1857 (de características liberales). El segundo momento (la República Restaurada) luego de combatir, perder y resistir la intervención francesa en nuestro país. 

Con la República Restaurada, el presidente Juárez urgió a retomar la figura del Senado dentro del diseño institucional del Estado Mexicano. Su propuesta era una solución para la unificación del país luego de las luchas intestinas que provocaran una incursión extranjera. Creo, que el veía como una de las causas de esa crisis, la dispersión y la poca o nula cohesión de algunos estados que estuvieron proclives a apoyar al gobierno de Maximiliano. 

Retomo, para tal efecto, fragmentos escritos por el propio Benito Juárez, tomados de “…Documentos, Discursos y Correspondencia” y a su vez de la “Antología de Benito Juárez” que hiciera uno de sus principales biógrafos: Jorge L. Tamayo; trabajo editado por primera ocasión en el año de 1972 y reeditado en 1993. 

En el capítulo sobre (Benito Juárez) “Propone la creación del Senado”, notamos a un Juárez preocupado por las consecuencias de levantamientos en algunos territorios, ya para entonces derrotada la intervención y, como una suerte de medida para no caer en esos mismos escenarios, propone (se entiende que mediante carta a los gobernadores): 

“En vista de esos hechos; … cumple a nuestro deber de mexicanos y de gobernantes, adoptar con empeño cuantas medidas sean oportunas y convenientes para asegurar sobre bases sólidas la tranquilidad y el engrandecimiento de nuestra Patria, introduciendo desde luego las reformas en nuestras instituciones, que la experiencia recomienda ya como indispensables para el mejor orden en el mecanismo de la Administración Constitucional. 

Una de esas reformas, la más importante sin duda y que ya es preciso plantear en nuestro sistema administrativo es la que el Gobierno recomendó en su iniciativa al Congreso referente al establecimiento del Senado y que ha merecido la aprobación de la Comisión de la Cámara, como verá usted por el dictamen que está publicando en estos momentos el periódico oficial.”  

En estos dos párrafos podemos notar la justificación del Senado y la invitación (por no decir operación) que el propio Juárez hace para conducir la aprobación de su propuesta ya encaminada mediante dictamen. Para fortalecer su postura continúa:

“Comprendo perfectamente la prevención justa y fundada que ha habido en otros tiempos contra la institución del Senado; pero las circunstancias han variado completamente con la Reforma y no hay temor de que clases privilegiadas pretendan refugiarse en aquel cuerpo para contrariar los intereses de la sociedad”. 

Es decir, Juárez expresa que se tendría un Senado que representara al país y no los intereses de clases privilegiadas. Afirmación que en la realidad era difícil sostenerse dadas la naturaleza y conformación de la clase política mexicana. Luego vendría la motivación e incentivos para los gobernadores (anzuelo), haciéndoles ver su ínfima participación en la configuración de las leyes de la nación:

“Con el establecimiento del Senado, los estados tendrán una representación directa e igual en la formación de leyes, cosa que no sucede ahora habiendo una sola Cámara, porque haciéndose la elección por distritos, hay Estados que apenas tienen 3 representantes mientras otros cuentan con mayor número”.

Para después extender la recomendación para sumarse a la propuesta del presidente (no sin antes dejar la puerta abierta para que cada estado estableciera, como otro incentivo, su propio Senado):   

“Yo miro como un deber sagrado de mis convicciones al recomendar a usted, como lo haré a todos los demás gobernadores, el estudio de este asunto a fin de que cada uno si encuentra como yo encuentro, conveniente esa reforma, trabaje por llevarla a cabo, valiéndose para ello de los medios legales que previene la Constitución, pues también los estados ganarán muchísimo en su Administración local, cuando tengan dividida en dos cuerpos sus respectivas Legislaturas” 

Remata la carta a los gobernadores con una visión ideológica personal y con la intención de delimitar sus intenciones liberales, a manera de legitimar esta operación política:

“Como usted comprenderá, ningún interés personal puedo tener al recomendar esa reforma, pues obro según mis propias convicciones y consultando solamente la conveniencia del país, después de haber estudiado prácticamente las dificultades que ofrece la organización actual de nuestro sistema representativo.”

“…pero ya son otros tiempos, y no hay el menor peligro de que en un Senado de elección popular, vuelvan a verse representados los intereses del Clero y los fueros del ejército que fueron en otros días los enemigos más poderosos del progreso y de la libertad”.

Tenemos ante nosotros, desde mi óptica, a una faceta del Juárez político, tratando de amalgamar los intereses de los estados (federación) con los del gobierno central, tal propensión se explica en que mandaba señales e incentivos a los estados para hacerlos partícipes de las decisiones y con ello fortalecer la unidad nacional y su proyecto republicano ¿para bien de la nación? Eso lo podemos analizar con mayor detenimiento. Vemos aquí al Juárez operador que trata de llevar a buen puerto una de sus ideas, por los causes de la ingeniería constitucional de la época.

Faceta que podemos revisitar gracias a los textos recopilados por Jorge L. Tamayo y la edición de la UNAM. 

Acotación

¿Qué tanto están representados o presentes en nuestra vida actual los intereses del Clero (con un partido denominado MORENA en franca alusión religiosa) y del Ejército (con una presencia cada vez mayor en las tareas de gobierno) que fueron en los días del juarismo los enemigos más poderosos del progreso y la libertad

¿Entonces este gobierno (el actual) es o no juarista? ¿Qué diría Juárez al respecto? 

josimar.alejo@criteriodiario.com