En mis tres décadas de vida ha habido tres mujeres que influyeron en mi amor por la cocina: Mi Abuela Enriqueta, Mi madre y Chepina Peralta.
De mi abuela, recuerdo poco, pero si hay algo que viene a mi mente es su pasión por la cocina, siempre se encontraba cocinando algo rico, horneando un pan, un pay o pasteles. De mi mamá, aprendí la mayor parte de lo que sé, manejar el horno de la cocina de mi abuela, aprender a manejar la masa, saber como hacer una sopa o una salsa, de ahí mi iniciativa a aprender más.
Pero si hay una persona con la que me fascinó e intrigó la cocina fue “Chepina Peralta”, ese icónico personaje que aparecía en nuestros televisores enseñando a hacer una variedad de recetas desde una cocina mágica, y así la definíamos mi hermano y yo, ya que para nosotros era una magia como Chepina metía al refrigerador una gelatina líquida para que en un abrir y cerrar de ojos la misma estuviera cuajada.
De igual manera su horno hacía magia, ya que en segundos se horneaban los pasteles, los introducía al horno y por arte de magia los mismos quedaban listos en segundos, seguramente mi madre les podrá contar cómo por años le pedimos un horno mágico y un refri mágico como el de Chepina.
Al ver las diversas entrevistas que le hicieron a la grande de las recetas por televisión Mexicana uno se encuentra una mujer sensible, que mediante la cocina y la televisión compartió sus sentimientos, se involucró con su público, pionera en su campo ya que fue la primera en tener un programa de cocina en televisión abierta en México, siempre dejando una enseñanza no sólo del tema culinario, sino tratando de enlazar la vida diaria con la cocina. Si ustedes buscan algún video de ella, verán que a través de sus recetas conecta no sólo con la audiencia de forma exepcional, sino que su programa no es acartonado y siguiendo el guion, sino espontáneo hasta llegar a ser brillante. En los últimos programas en los que la ví, no solamente seguía con ese gran carisma y energía característica, sino que también mostraba la riqueza cultural de México a través de la cocina y de sus hermosos mandiles con bordados inspirados por la región de Tenango de Doria.
Su historia es una de éxito, ya que ella no era Chef sino que cocinaba en su casa, por azares del destino audicionó para un programa y fue elegida como la ideal, así nació un personaje que por varias décadas demostraría en la radio y la televisión esa gran frase del personaje “Anton Ego” dicho de la película “Ratatouille”: “En el pasado, jamás oculté mi desdén por el famoso lema del chef Gusteau: ‘Cualquiera puede cocinar’, pero al fin me doy cuenta de lo que quiso decir en realidad: cualquiera no puede convertirse en un gran artista, pero un gran artista puede provenir de cualquier lado”, así Chepina Peralta inspiró a varias generaciones de personas que tomaron la iniciativa de entrar a la cocina para perder el miedo y experimentar. Un eterno agradecimiento a la Gran Chepina, su magia siempre estará presente en mi cocina y en mis guisos.
@JimboRomano

