No juzgues a un libro por su portada, ni a un museo por su fachada

Criterios Jaime A. Romano

Quizás durante toda nuestra vida hemos escuchado el famoso dicho popular que da nombre a esta columna, y es un hecho que, como cualquier dicho no es sólo lo que describe sobre a lo que podemos aplicarlo. Y también, no se ustedes, pero yo suelo encontrarme pensando en esta sabiduría popular en muchas ocasiones. 

En este caso en concreto quiero hablar sobre como podemos llegar a juzgar a los museos, estos recintos sagrados que salvaguardan el arte y la historia de la humanidad, no sólo por sus fachadas, sino por su ubicación o por sus páginas web.  

Hablaré sólo de aquellos recintos que conozco, muchos son famosos claro, otros no tanto o quizás para mi no lo eran. En primer lugar, un espacio del que he hablado mucho e incluso he hablado de él en esta columna, es el Museo Nacional de Antropología, este edificio siempre sorprende a propios y ajenos, no sólo por encontrarse en medio del bosque de Chapultepec, sino por la magnificencia de su colección; quizás otros museos de la Ciudad de México en los cuales el exterior es tan digno de admiración como el interior son: el Museo Nacional de Arte, el Museo Soumaya o el mismo Museo Nacional de Historia, en el legendario Castillo de Chapultepec. Estos espacios garantizan sorprender a los visitantes no sólo por sus edificios, sino por lo grandioso de sus colecciones.  

Aquí tenemos el Museo Regional del Estado o Casa del Alfeñique, cuyo exquisito decorado exterior maravilla al transeunte y al visitante, siempre invitando a admirar la colección, así también la fachada del Museo de la Revolución o Casa de los Hermanos Serdán llama al visitante contando una historia desde el exterior; sin duda, uno de los más majestuosos y nuevos es el Museo Barroco con un espléndido edificio que llama al visitante a preguntarse como una estructura de tal magnitud puede alojar a una colección que transporta al visitante a otros siglos.  

Zacatecas nos presenta en el casco de un monasterio el museo Rafael Coronel, donde quizás esperaríamos una colección de arte virreinal o conventual, pero nos sorprende con arte popular mediante máscaras, exvotos y juguetes tradicionales.  

Ahora teniendo esos ejemplos en México, podemos hablar de los museos internacionales, esos que se encuentran en maravillosos espacios, sin duda de los más famosos, si no el más famoso del mundo, el museo del Louvre en París, cuya famosa colección es albergada en un palacio del siglo XII, aunque con algunas remodelaciones modernas como la famosísima pirámide añadida en 1989; el museo D’Orsay en la misma capital cuya colección se encuentra bajo un magnífico edificio de inspiración de la Bella Época que solía ser una estación de trenes nos presenta el perfecto ejemplo de cómo un edificio que quizás no parace ser un museo o que en otra época tuvo un propósito diferente ahora nos enseña las grandes obras Parisinas de Toulouse y Degas.  

En Estados Unidos quizás edificios como el Museo Metropolitano de Nueva York son inconfundibles, ya que fueron construidos para ser un museo; o el Guggenheim con su impresionante estructura diseñada por Frank Lloyd Wright motiva al visitante a seguir una línea de tiempo que de manera conjunta con la narrativa museográfica lleva de la mano al visitante a admirar las obras. Así mismo la Galería Nacional de Arte en Washington DC presenta al visitante un magnífico edificio de arquitectura Neoclásica muestra los tesoros que resguarda la capital del país.  

Por último, quisiera tocar una grata sopresa sobre esto, y es que en un lugar tan inesperado como Houston, Texas, el museo de Fine Arts, que cuyo exterior no propone tanto como otros, o quizás por su ubicación en una de las ciudades más grandes pero menos famosas por sus museos, uno no espera encontrar una colección que abarca desde los Fenicios, pasando por vasijas Griegas, mosaicos Romanos, arte de Goya, el Greco, Murillo, Pisarro, Monet, Panini, Rembrandt entre muchos más, arte que sin duda encuentra un espacio y una narrativa dentro de este recinto que propone mucho más de lo que su edificio propondría.  

Es así como muchos espacios inesperados en lugares que no proponen mucho o promueven mucho sus museos pueden llegar a tener obras increíbles e inesperadas, o quizás obras no famosas que puedan llegar a convertirse en nuestra favorita, por lo que siempre debemos darles la oportunidad a los espacios culturales, no importa lo pequeños que sean o la locación en la que se encuentren, todos tendrán propuestas interesantes que sin duda llegarán a cautivarnos.  

@JimboRomano