La vida de los llamados “héroes que nos dieron patria” y a los que celebramos tanto en septiembre esta llena de misterios, era una época en la que los retratos no eran confiables y la única manera de saber realmente acerca de la descendencia de las personas a principios del siglo XIX es compleja, debe realizarse a través de registros resguardados por la iglesia, como fes de bautismo, documentos oficiales o alguna otra fuente confiable como un retrato familiar, que un sacerdote que tuvo hijos jamás se haría pintar.
Las figuras de Hidalgo y Morelos, como héroes que nos dieron patria son, por decir lo menos, disruptivos, se trataba de dos curas subordinados a la iglesia y en medio de la inquisición que se levantan en armas en contra del poder constituido; son dos curas que en vez de dar misa andan a caballo ordenando ataques y dirigiendo una insurrección que en ese momento no tenía un rumbo claro, que sabían que su revuelta además de ser un delito, era también un pecado cometido en la todavía Nueva España.
Ambos son personajes fascinantes, Hidalgo era un cura criollo que daba clases de teología, hablaba español, latín, francés, además de náhuatl, otomí y purépecha, había leído a los clásicos griegos, filosofía, historia y desde luego, a los entonces revolucionarios Rousseau y Voltaire, según versiones, era jugador y “mujeriego”. Por su parte Morelos, era un sacerdote que había sido estudiante de Hidalgo, era mestizo y cura del pueblo de Cuarácuaro, un sacerdote que no sabía nada de operaciones militares y aún así fue uno de los más grandes estrategas de la guerra de independencia.
Existe un debate acerca de los hijos de Hidalgo, algunas versiones señalan que tuvo 2 hijos, otras que tuvo 6, incluso algunas personas sostienen que los tuvo con diferentes mujeres, una de las cuales supuestamente se llamaba Josefa Quintana con quien presuntamente engendró a Josefa y Micaela, a quien presentaba como sus sobrinas. Sin embargo, de acuerdo a los historiadores Javier Sánchiz y Juan Gómez Gallardo, la idea de los hijos de Hidalgo fue el producto de que, al terminar la Guerra de Independencia, el Senado otorgó pensiones a la descendencia de los padres de la patria y algunas mujeres, aprovechando la fama del cura, falsificaron documentos para intentar comprobar la paternidad de Hidalgo.
En cuanto a Morelos, existe más certeza de quienes fueron sus hijos, puesto que el mismo cura lo confesó al momento de su juicio y captura. Se trataba de Juan Nepomuceno Almonte y de Guadalupe Almonte, a quienes no les otorgó su apellido debido a la prohibición aún vigente de que los curas procrearan. Sin embargo, en los 1860´s, Juan utilizaba el nombre de su padre para apoyarse en su carrera política, pertenecía a la élite conservadora y acudió con un grupo de mexicanos que invitaron a Maximiliano de Habsburgo a ocupar el trono de México. Por cierto, fue a Juan a quien Morelos le escribió una de sus frases más icónicas en una carta que le envió antes de ser ejecutado: “morir es nada cuando por la patria se muere”.
