Cuando se cierra la Casa de los Abuelos

Criterios Martha Vargas Vázquez

Y será doloroso descubrir que no todo eso se fue, sólo que lo dejamos ir.

Escuchando a mi hijo recordar su infancia en la casa de su abuela paterna y tener tantas vivencias y momentos vividos viene el tema que compartiré con ustedes, que difícil es cerrar la casa de los abuelos y dejar atrás tantos buenos momentos de felicidad, fiesta y juegos. 

Cuando se cierra la casa de los abuelos, uno de los momentos más tristes de la vida. Cerrar para siempre la puerta de la casa de los abuelos que fue lugar de tantos encuentros con todos los miembros de la familia, que en ocasiones especiales cuando se juntaban todos para festejar los cumpleaños, el santo, el día de la madre, el día del padre, día de muertos para honrar la memoria de los que partieron, la navidad, año nuevo y reyes.

Creo que la fecha más esperada era reyes por el hecho de ver a todos los nietos entrar como en estampida a ver sus regalos que habían dejado los reyes magos y después disfrutar un delicioso desayuno y la partida de la rosca de reyes. Son tantas tradiciones y eventos que encierran esas cuatro paredes de la casa de los abuelos que generan nostalgia.

Ese orgullo con el que enseñaban a enaltecer los apellidos, como si de una familia real se tratase, y llevados siempre por el amor a los abuelos, era su estandarte. Cuando se cierra la casa de los abuelos, damos por terminado las tardes de alegría con tíos, primos, nietos, sobrinos, padres, hermanos, e incluso, novios pasajeros que se enamoran del ambiente que allí se respiraba.

Ni siquiera hace falta salir a la calle, estar en la casa de los abuelos era la tradición de fin de semana, viene a la memoria el sonido del piano que no podía faltar que si no era tocado por un tío lo hacia el otro; lo mejor aun cuando ese conocimiento ya se había pasado a la generación de los sobrinos, ahora era el momento de presumir lo que se había enseñado y se había aprendido lo que toda la familia necesitaba para ser feliz.

Los reencuentros en navidad, el intercambio de regalos, el pavo que era el plato principal de la cena y el ver llegar a toda la familia poco a poco. Si no se quedaban a cenar sabíamos que tendríamos la acostada del niño Jesús, tan tradicional con rezar el rosario, cada familia un misterio y el piano sonando y los cantos propios cantándose por toda la familia.

Cuesta aceptar que esto tenga fecha límite, que algún día todo estará cubierto de polvo y las risas serán un recuerdo ido de tal vez tiempos mejores. El año pasa mientras esperas estos momentos, y sin darnos cuenta, pasamos de ser niños abriendo regalos, a sentarnos junto a los adultos en la misma mesa, jugando desde el postre del almuerzo, hasta el chocolate y el pastel del mismo sabor de la cena, porque cuando se está en familia, el tiempo no pasa y ese chocolate es sagrado.

Las casas de los abuelos siempre están llenas de sillas, nunca se sabe si un primo traerá a la novia, o a un amigo o al vecino, porque aquí todo el mundo es bienvenido. Siempre habrá algo que compartir, galletas, chocolates, rompope, agua de limón, no importa lo importante era ofrecer y dar algo que se quedaría grabado en nuestra mente.

Cerrar la casa de los abuelos, es decir adiós a las pláticas con la abuela, al dinero que te dan a escondidas de tus padres como si de una ilegalidad se tratase, a llorar de risa por cualquier tontería, o a llorar por la pena de los que se fueron demasiado pronto. Es despedirse de la emoción de llegar a la cocina y destapar las ollas, y disfrutar el plato de ese día. Así que, si algún día tienes la oportunidad de llamar a la puerta de esa casa y que alguien te abra desde dentro, debes aprovecharla cada vez que puedas, porque entrar ahí es imaginar ver a tus abuelos, sentados esperando para darte un beso, es sentir la sensación más maravillosa que puedas tener en la vida.

Si resulta que ahora nos toca ser abuelos, y ya nuestros padres no están, nunca perdamos la oportunidad de abrir las puertas a nuestros hijos, a nuestros nietos y celebrar con ellos el don de la familia, porque solo en la familia es donde los hijos y los nietos encontrarán el espacio oportuno para vivir el misterio del amor a los más cercanos y a los que les rodean.

Aprovecha y disfruta la casa de los abuelos mientras se puedan, pues llegará un momento en que, en la soledad de sus paredes y cuartos, si cierras los ojos y te concentras, podrás escuchar tal vez el eco de una sonrisa, la plática interminable o un llanto atrapado en el tiempo, y al abrirlos de nuevo, la nostalgia te atrapará. Esos recuerdos que son parte de nuestra memoria y que nos llenan de tanta nostalgia, si tú aún tienes la casa de los abuelos disfrútala, vive cada visita y guarda en tu mente y corazón esos gratos momentos al lado de la familia.

Y si por algún evento o circunstancia tienes que vivir en casa de los abuelos, disfruta al máximo esa súper oportunidad que la vida te da, créeme que se generan los lazos de amor más maravillosos entre los nietos y la abuela. Y si algún día la vida invierte los papeles invita a los abuelos a tu casa y disfruta la compañía y hazlos sentir como tú te sentías en casa de ellos. Acógelos, disfrútalos y ámalos. Cuando se tenga que cerrar la casa de los abuelos solo quedarán los recuerdos y no te permitas sentir tristeza al contrario dale entrada a ese hermoso sentimiento de amor que existe con los abuelos.

Pienso que los abuelos deberían ser eternos.

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