Lo Hecho en México, está bien hecho

Criterios Jaime A. Romano

No sé si recuerdan esos comerciales en Canal 5, donde salía un sello con un águila que decía “HECHO EN MÉXICO”, y que claramente promovía el consumo de los productos nacionales. Sin duda en los 90’s esa campaña buscaba que el consumidor buscara los productos nacionales sobre aquellos de importación.

Nos encontramos en el año 2021, donde es increíblemente fácil el encontrar miles de productos que satisfacen nuestras necesidades inmediatas, productos tanto locales, como de importación. Un gran beneficio del comercio global.

Pero ¿Hasta que punto podemos o debemos adquirir productos de importación? Se acerca día de Muertos, y mientras nuestros campos en Atlixco y Cholula se pintan de los colores tradicionales de la flor de muertos y de terciopelo; los mercados comienzan a colorearse con papel picado, artesanías de barro, de cera, dulces y un sinfín de productos que son destinados para el adorno de nuestros altares.

Así como nuestros artesanos se han esforzado por trabajar en sus áreas específicas durante meses, también las grandes fábricas de Asia se han dedicado a lo mismo, y en los supermercados podremos encontrar calaveras de plástico, tazas, platos, coloridas decoraciones, esqueletos de resina, manteles, telarañas… muchísimos productos que toman la tradición y la acercan quizás a otros mercados.

Pero por cada consumidor que adquiere en un supermercado un producto relativo al día de Muertos, uno de nuestros mercados (Acocota, Independencia, Hidalgo, Zapata…) queda sin un consumidor.

Y no es porque el precio en las tiendas de autoservicio sea más competitivo que en los mercados, el papel picado se puede llegar a encontrar a $2, la flor de cempasúchitl se encuentra muy barata en los panteones o al lado del camino en Atlixco, Cholula o Huejo.

De igual manera, recientemente en redes sociales circuló una infografía acerca de cómo la flor de muerto que viene en maceta proviene de una semilla importada que promueve el comercio desleal hacia nuestros floricultores, que cuidan dedicadamente de los campos por un largo periodo de tiempo, con el propósito de que los colores de tradición adornen nuestros panteones, nuestras ofrendas, nuestras casas.

De igual manera, platicando con un vendedor de flores del panteón municipal comentaba el estigma que tiene el cempasuchitl, mismo que asociamos a la muerte, en otros países adornan las jardineras y camellones durante todo el año, en India son usadas para festivales. Aquí, aunque el cultivo sigue siendo restringido a las fechas de muertos, podemos dar un nuevo significado a la flor, alegrando, para que alegre nuestros espacios y de vida a los mismos con su vibrante color y penetrante aroma.

Los invito sin duda a explorar las distintas regiones de nuestro Estado, en búsqueda de nuevos elementos para nuestras ofrendas, desde los panes que elaboran en forma de roscones, de niños con brazos cruzados, moños; las figuras de alfeñique (pasta de azúcar); las ricas decoraciones blancas de Huaquechula; la forma de poner las ofrendas en diferentes regiones en el Estado; aprendiendo no sólo el diferente significado que tienen los altares para los pobladores del Estado, sino también como podemos enriquecer nuestros altares y nuestras tradiciones con elementos artísticos elaborados por manos poblanas.

Estamos a tiempo de enriquecer nuestras colecciones, buscando arte que siempre se encuentra a precios muy accesibles, con historia y detalles incomparables que sólo pueden darlos las manos de los artesanos mexicanos.

@JimboRomano