“Arte geocéntrico y otras teorías”

Aldo Obregón Criterios

Como muchos artistas nacidos, criados, crecidos y maleducados en el interior del país, durante largo tiempo pensé que mi futuro y presente estaban en la gran capital, la ciudad antes conocida como Distrito Federal y ahora cariñosamente nombrada “Cedemequis”.

A los dieciocho me mudé para estudiar la carrera de música y durante casi diez años la ahora CDMX fue mi centro de operaciones hasta que, por afortunados azares del destino y un trato difícilmente rechazable del INBA, regresé a mi natal Puebla para encontrarme con que no solo es muy posible, sino muy satisfactorio mover la vida del artista hacia, por lo menos en ese momento, lugares mas tranquilos para hacer el día a día.

Me tocó ser parte de una generación entera de cancionistas que invadió la ciudad desde todos los flancos: del norte los genios sinaloenses, los melosos regios y uno que otro despistado tamaulipeco o sonorense; del centro sur arribamos los poblanos, queretanos, veracruzanos, oaxaqueños, morelenses, guerrerenses, tapatíos y hasta algún hidrocálido. Hicimos una revoltura de propuestas nutritiva, combustible y fraterna que difícilmente se puede lograr en las ciudades pequeñas con sus envidias y su tolerada falta de competencia.

Haber saboreado las mieles que te da una de las ciudades más grandes del mundo te hace pensar que es imposible vivir a ese nivel de euforia y crecimiento en cualquier otro lugar y, aunque todavía creo que esto es parcialmente cierto, creo también que no es una condena ni algo que no deba o pueda cambiarse.

En los últimos años me he convencido de que es posible hacer carrera en el interior de la república sin necesidad de hacer base en la capital y cada vez estoy más convencido de que la labor del artista local, el que reduce sus fronteras terrenales en pos de derrumbar las del prejuicio y el ego, tiene un lugar más que esencial en la maquinaria monstruosa y maravillosa que es la imparable rueda del quehacer artístico humano.

“Como me dijo Gian Marco…”

Vivir en la CDMX me permitió acceder a mucha información y recuerdo a Gian Marco, compositor peruano de grandes éxitos, intérprete magnífico y excelente ser humano, decir en una “Master Class” que igual de importante es el artista que se presenta en los estadios más grandes del mundo al que se presenta en los teatros de su país, e igualmente importantes son estos dos que el que solo llega a pisar las tarimas de su propia ciudad. Leonard Cohen narró durante su discurso de aceptación del Príncipe de Asturias que su carrera comenzó con cuatro acordes que un anónimo artista con final trágico le enseñó. La trascendencia es una cosa que a veces va muy apartada de la fama y el reconocimiento.

Mover el teatro es complicado y eso me ha vuelto sedentario y de esta inmovilidad y de la afortunada complicidad con nuevos amigos nace la sólida idea de que el verdadero proyecto de vida, la verdadera vena artística que crecerá hasta mis últimos días y mi el trabajo de los años por venir está lejos de la capital y cada vez más cerca de mi casa. La metafísica artística te permite todo y en este caso a mi me permite cosechar a varios kilómetros de donde sembré.

“Dejar de girar”

Creo firmemente que los seres humanos nos organizamos de alguna metafórica manera que nos conecta con las leyes que rigen a las entrañas del universo. Creo que es por esto que tenemos tendencia a girar alrededor de los centros gravitatorios: carisma, poder, dinero, atractivo físico, etc. Me parece muy natural que las grandes ciudades concentren talento, pero la misma distribución universal me hace pensar que existen otros elementos cósmicos igual de brillantes y místicos que nutren la variedad del cosmos y que nos falta un poco de visión para darnos cuenta que, a pesar de nuestra involuntad gravitatoria, los sistemas se componen de adentro hacia afuera.

Me gustaría pensar que mi labor como artista trascenderá en forma de llamada de atención y que en los próximos años mi ciudad llegará a ser un sistema virtuoso con sus soles y planetas, listo para gravitarse a sí mismo sin dejar de darle su lugar a cada cometa, asteroide y hoyo negro.

@aldoobregon