El Pastel de Chocolate de Bruce.

Angelica Lobato Torres Criterios

Y sé que saben de qué pastel estoy hablando y en su mente empezaron: “Bruce, Bruce, Bruce” y en al menos una ocasión quisieron comerse una rebanada de ese pastel de chocolate masivo. Son imágenes que son parte de nuestra memoria aunque hayan pasado años desde la última vez que vieron la película “Matilda”; yo no he visto la nueva película que es musical pero como buena anciana dio: las cosas de antes eran mejores.

Hace unas semanas empezó la polémica cuando los editores de los libros del novelista británico Roald Dahl decidieron eliminar o cambiar las referencias al género, la apariencia y el peso de los personajes, para ser más amigables con los tiempos de hoy haciendo cambios “cuidadosamente considerados”.

Salman Rushdie, que los Dioses saben que tiene bastante cola que le pisen también opinó “Roald Dahl no era un ángel (recordemos que ya intentaron cancelar a Dahl por comentarios antisemitas que hizo en vida), pero esto es una censura absurda… Puffin Books (editorial británica que publica sus libros) y los encargados del legado de Dahl deberían estar avergonzados”.

Entre los cambios está el llamar a Augustus Gloop, de “Charlie y la fábrica de chocolate”, “enorme” (enormous) en lugar de “gordo” (fat) Mrs Twit, de los Twits, ya no es “fea y bestial” (ugly and beastly), sino simplemente “bestial” y “una extraña lengua africana” (weird) ya no figura como extraña y las palabras “loco” y “desquiciado” ya no se usaran para tener más sensibilidad a la salud mental.

En “Matilda” “noquearla al piso” (knock her flat) ahora será “darle una buena reprimenda” (give her a right talking to), lo cual podría decirse es un tanto razonable pero qué diablos con no mencionar el color de un abrigo, como el del BFG que ya no es negro y Mary en The BFG ahora se queda “tiesa como una estatua” (still as a statue) en lugar de “blanca como una sábana” (white as a sheet), no se vayan a ofender las sabanas.

El autor de libros para niños John Dougherty comenta algo que creo la mayoría pensamos “No hay razón por la que el BFG no deba tener una capa negra. Eso me parece absurdo… y Augustus Gloop, por ejemplo, el punto central del personaje es que tiene un sobrepeso enorme porque no deja de comer, es glotón”.

Sin embargo hay quienes creen que si se puede cambiar algunas de las palabras sin afectar a los personajes.

“Augustus Gloop es un personaje codicioso. Seguirá siendo moralmente codicioso y su codicia moral será incorrecta, tengamos o no muchas referencias sobre lo gordo que es, lo que creo que puede ser molesto”.

También hay quienes opinan que eso que muchos consideran ofensivo es lo que atrae a los niños, “Creo que el tipo de maldad es lo que hace que Dahl sea tan divertido y eliminar todas las referencias a la violencia o cualquier cosa que no sea limpia, agradable y amigable, supone eliminar el espíritu de esas historias”.

La Roald Dahl Story Company trabajó con las editoriales Puffin e Inclusive Minds, un colectivo que trabaja por la inclusión y la accesibilidad en la literatura infantil y fueron revisados por lectores sensibles que buscan contenido potencialmente ofensivo.

Sin embargo las editoriales latinoamericanas decidieron no cambiar las palabras “ofensivas”, lo cual también causó controversia de los ahora “padres de familia” que se preocupan de lo que pueda afectar a las bendiciones. Ok, entiendo que ahora hay situaciones o cosas que pueden afectar a los niños (y a los no tan niños pero de sensibilidad extrema).

Pero es parte de ser una sociedad y en especial de ser los padres en que debemos enseñar a las nuevas generaciones el poder de las palabras, que las palabras solo tienen el poder que les damos y que no todo tiene un contexto que ofenda y en especial, no todo es para ofendernos. El decir que un abrigo sea “negro” o que alguien sea “blanco como un fantasma” no es ofensivo si no lo hacemos ofensivo y en especial en la literatura, el hablar del pasado, como por ejemplo de la esclavitud en una novela, no es decir que se está de acuerdo con ella, pero no hablar de ella o prohibir el tema no hará que no haya existido.

Comamos una rebanada de pastel de chocolate en memoria de Dahl y esperemos que todos podamos seguir disfrutando de las historias sin tener que ofendernos… Bruce, Bruce, Bruce…