La oratoria es un arte, lo que hace a Hitler uno de los más grandes artistas que haya pisado el mundo, el que fue capaza de expresar sus ideas y convencer a millones de personas para que creyeran en su proyecto que en la Alemania de 1933 sonaba como el camino más viable para la Alemania de después de la Primera Guerra Mundial se encontraba en una crisis económica y social producto de haber perdido la guerra y que sufría las consecuencias del Tratado de Versalles.
En este escenario, en el que los comunistas y los capitalistas se disputaban el poder en Europa, un radicalismo tan peligroso como encantador como el de Hitler sonaba como el proyecto que regresaría la grandeza a Alemania y le llevaría prosperidad al pueblo, con algunas expresiones y ademanes que vistas hoy rayan en lo ridículo, pero que en 1933 despertaron una de las pasiones más nocivas para la humanidad.
Si se leen los discursos de Hitler dan miedo, algunos no son siquiera con mensajes contundentes o rayan incluso en el simplismo, pero una sola persona que llama a millones a la guerra, al dominio y a la discriminación era digna de temerse, solo que cuando el mundo se dio cuenta era demasiado tarde.
Cuando tomó el poder en 1933 se dirigió a las SS:
“Todo lo que hemos ambicionado, nuestras predicciones y profecías, son ya realidad; la hora en que el pueblo alemán vuelve en sí, nuevamente torna a ser dueño de su propio destino, y se levanta, no por donación del mundo, por gracia de nuestros enemigos, sino por su propia fuerza, por su propia voluntad, por su propia acción”
Nada que no se haya escuchado en muchos discursos victoriosos de muchos políticos, pero dicho de esa manera a las SS, era el preámbulo de una película de terror.
Cuando en 1937 se dirigió a la juventud alemana:
“La juventud hoy tiene unos ideales distintos a los que poseía en tiempos anteriores. En lugar de una juventud que antaño era educada para el placer, crece hoy una juventud que es educada para la entrega, para el sacrificio; pero en especial, para el fortalecimiento de un cuerpo sano, con facultades de resistencia”
Hitler era capaz de reclutar soldados de la juventud alemana con discursos y comunicación política.
En 1938 Hitler llamando a la guerra:
¡Paz o guerra! O acepta esta oferta y les concede la libertad a los alemanes, o iremos nosotros mismos a buscar esa libertad. El mundo debe tomar nota de que en cuatro años y medio de guerra, y durante mi larga vida política, hay una cosa que nadie podrá echarme en cara: ¡Nunca he sido un cobarde! ¡Ahora me sitúo al frente de mi pueblo como su primer soldado y detrás de mí, para que lo sepa el mundo, marcha un pueblo muy distinto al de 1918! Si en aquel momento un erudito trotamundos fue capaz de inyectarle a nuestro pueblo el veneno de los lemas democráticos, la gente de hoy en día ya no es como la de entonces. Tales lemas son para nosotros como los aguijones de avispa: no pueden hacernos daño, ahora somos inmunes. ¡Todo el pueblo germano se va a unir conmigo, sentirá que mi voluntad es su voluntad! Del mismo modo que su futuro y su destino son la fuerza que me lleva a actuar de este modo. Ahora queremos que nuestra voluntad sea tan fuerte como en el momento de nuestra lucha, el momento en que yo, un simple soldado desconocido, conquistó un imperio y nunca dudó del éxito ni de la victoria final”
Algunas obras de arte dan escalofríos.

