Las sedes de los gobiernos inevitablemente son símbolos de poder. Se puede escuchar en la retórica política mencionar por ejemplo, que una instrucción viene de la Casa Blanca o de Los pinos; muchos de los edificios dependiendo de su historia reflejan una idea asociada al tipo de poder que se ha ejercido dentro de los edificios públicos, incluso estando consientes de que el poder reside en las personas y no en los ladrillos, ¿Es posible pensar en El Kremlin sin asociarlo a un enorme poder concentrado en zares, secretarios generales del Partido o el poderosísimo Putin?
La historia política de Colombia es la historia del bipartidismo y la polarización política extrema, donde la violencia se convirtió en el día a día, esto aunado al incremento de grupos guerrilleros, paramilitares y en los últimos 40 años, narcotráfico; la historia colombiana es la historia del conflicto permanente entre grupos casi todos armados, con intereses políticos, ideológicos y económicos antagónicos.
El Palacio de Justicia de Colombia se asocia a la idea de sucesos que nunca deberían repetirse. Se trata de un edificio ubicado en el centro de Bogotá, frente al Palacio de Nariño (la sede del Ejecutivo), la Catedral y la Alcaldía de Bogotá, tiene grabado en su fachada la frase de Santander, uno de los libertadores: “las armas os han dado independencia, las leyes os darán libertad”.
El Palacio, fue tomado en 1985 por las armas por un comando del grupo de guerrilleros Movimiento 19 de abril, por el supuesto incumplimiento de un cese al fuego por parte del gobierno colombiano, suceso en el que mantuvieron a más de 300 rehenes entre magistrados, jueces, personal administrativo y visitantes en ese día, se ha especulado la complicidad con el Cártel de Medellín, entonces lidereado por Pablo Escobar en razón de que al momento de la toma, la Corte Suprema de Justicia decidía acerca de la posibilidad de extraditar narcotraficantes.
Previamente a la toma del Palacio, el grupo M19 se había hecho ya visible con el robo de la espada de Simón Bolívar, el asalto al Cantón Norte (una instalación militar en Bogotá) y la toma de la embajada de República Dominicana, Se trataba de un grupo de guerrilla urbana de ideas socialista conformado por personas con acceso a educación que proveían de universidades públicas. Por cierto, el actual Presidente Gustavo Petro también militó en el M19.
El Palacio fue recuperado por el ejército colombiano un día después de la toma con una violencia extrema que incluyó la destrucción parcial del inmueble, dejando un saldo oficial de 101 muertos, entre ellos 11 magistrados y un número que no queda del todo claro de desaparecidos y que al día de hoy sigue generando dudas acerca de qué realmente pasó con las personas que no fueron encontradas, pese a que existen numerosas evidencias de que se actuó por la fuerza extrema y sin ningún criterio legal.
Existen evidencias de personas que salieron del palacio, que no pertenecían al M19 y que fueron desaparecidas o torturadas, se ha condenado a militares que participaron en las torturas y en las ejecuciones extrajudiciales, sin embargo, a los ojos de la mayoría no se ha hecho justicia a casi 40 años de los sucesos. La recuperación del Palacio de Justicia es uno de los hechos que quedaron en la memoria de los colombianos como algo que nunca debe permitirse y que amerita todo el esfuerzo del Estado para hacer justicia.
El Palacio de Justicia es uno de los edificios más simbólicos de Bogotá que comparte espacio con los otros poderes, sin embargo, más que reflejar poder o una idea de justicia, refleja la indignación de algo que no debería volver a pasar nunca.
Se trata de una obra de arte arquitectónica que duele por su historia.