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LAS VECES QUE ME HE MUERTO AL VER MATAR UN TORO

Articulos Criterios V de Vendetta

“Corrida de toro”, de Picasso 1934.

Nuevamente la discusión de las corridas del toro vuelve al ruedo. Esto me hizo volver a reflexionar y recordar las largas tertulias sobre este tema en época universitaria, en ese entonces, yo era un joven apasionado e intentaba convencer con argumentaciones teóricas, hoy creo que el argumento central es que, observar y celebrar con placer el dolor del animal, supone para mí, anular la capacidad de conmoverme genuinamente.

Pero también debo confesar algo, las corridas de toros me fascinaron hasta que me di cuenta, hace más de 10 años, que el toro sentía, que no sólo moría, sino que agonizaba varias horas y que los cabellos también sufrían, que su dolor era tan fuerte que para ocultarlo les cortaban partes en su garganta, ( creo que las cuerdas vocales o su equivalente) y al comprender esto, sentí angustia, y dejé de alegrarme en conjunto con la energía del público, luego concluí que era necesario cercenar parte de mi sensibilidad para seguir preservando esa cultura en mí y en mis descendientes o en quien yo pudiese tener influencia (amigos, padres, sobrinos, hijos). Consideré que eso implicaba perder lo que pierden los malos hombres, su humanidad.

Ahora siento un remordimiento enorme por todos los toros que pagué por ver matar y estoy en favor de la prohibición absoluta.

Afortunadamente, cada día veo menos gente joven apoyando este acto históricamente cultural, creo que las corridas irán muriendo con las generaciones anteriores… es cuestión de tiempo.

La tauromaquia nos ha dejado cosas increíbles: Pasos dobles como los de Agustín Lara, pinturas como las de Goya o Picasso, poemas, artesanías, metáforas, plazas de toros con arquitectura ejemplar; quedémonos con lo bueno y dejemos de torturar animales.

El mármol, los caballos
tienen mis propias venas.
Cualquier dolor lastima
mi carne, mi esqueleto.
¡Las veces que me he muerto
al ver matar un toro!…

Fragmento extraído del poema “comunión plenaria” de Oliverio Girondo.