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El inminente cambio político en Venezuela

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En Venezuela el cambio político es inminente, las condiciones sociales, políticas y económicas del país bolivariano no pueden sostenerse del modo en el que se encuentran actualmente, sobre todo considerando la actitud retadora y de resistencia del aún Presidente Nicolás Maduro. Venezuela está cambiando, la pregunta realmente importante es ¿cómo? Y en este “cómo” se pone en juego el destino de un país de casi 28 millones de personas, con una ubicación geopolítica estratégica y con lugar 20 en la producción de petróleo del mundo.

Es muy complejo saber si el resultado oficial de la elección del pasado 28 de julio, se trató de un fraude en el que se manipularon resultados para favorecer al régimen (no es algo que a los mexicanos nos extrañe), pero sin dudas se trató de una elección de Estado en el que un candidato tiene el poder sobre instituciones, ejército y medios para inclinar los resultados a su favor en un país en el que la esperanza y el altísimo nivel de popularidad de Hugo Chávez es sólo un recuerdo casi utópico. En este caso, es más importante la percepción generalizada de un fraude que el fraude en sí mismo.

Hay algunas variables a considerar que son fundamentales para intentar predecir el cambio político venezolano, una de ellas es la pobreza y la desigualdad. Marx y Engels afirmaron en el Manifiesto del Partido Comunista publicado en el siglo XIX que los proletarios no tienen nada qué perder más que sus cadenas, lo que en el caso de Venezuela es cierto. Se trata un país donde buen porcentaje de la población vive en la pobreza y en ocasiones no tiene qué comer y culpa por ello al gobierno, que además es en extremo autoritario y utiliza un discurso rancio para justificar sus políticas. Venezuela puede ser la antesala de un movimiento social sólido capaz de derrocar gobiernos.

Maduro tiene también el control del ejército, controla a la élite militar de generales de la generación chavista, sin embargo, no tiene la misma injerencia de todos los mandos del ejército, mucho menos de los oficiales jóvenes con prestigio dentro de la milicia. Para Maduro éstos son los más peligrosos, aquellos que ascendieron mediante sus méritos y no vivieron desde la élite militar las épocas doradas del chavismo. Esta es la receta para un golpe de Estado desde el ejército, en el que, como demuestra la historia, no se requiere la complicidad de todos los altos mandos, sino de un militar con jerarquía media o media alta con mando de tropas, prestigio entre la milicia y sobre todo, el apoyo de Estados Unidos.

Las variables internacionales son muy relevantes también, Maduro cuenta con el apoyo de Rusia, China e Irán, así como con el apoyo de algunos líderes latinoamericanos como López Obrador o Petro, quienes se han pronunciado en favor de que los resultados sean “transparentes”, cuando en tiempos pasados el apoyo al chavismo solía ser casi automático. En un escenario electoral como el venezolano, con la percepción del fraude y los altísimos niveles de ilegitimidad del régimen, los apoyos internacionales han sido tibios, en tanto que los ataques contundentes. Esto hará pensar a Estados Unidos, sobre todo en el contexto de la elección estadounidense la posibilidad de invadir Venezuela.

Lo más sano sería que Maduro tuviera un segundo de sensatez y condujera su propia transición a la democracia convocando a nuevas elecciones lo que sería igual a aceptar su derrota. Pero ese es lo menos probable; el escenario es de enorme riesgo para los venezolanos, los intereses son demasiados y la situación es una olla de presión que no va a resistir, la coyuntura que incluye falta de legitimidad, pobreza extrema, descontento, un régimen represor, demasiados intereses internacionales, una ubicación geográfica estratégica y petróleo, es la receta del cambio político, pero no necesariamente para bien de los venezolanos. La pregunta es ¿cómo?