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Enrique VIII: caprichos decisivos

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Enrique VIII gobernó Reino Unido poco después del fin de la Edad Media, en una época en la que recién se había “descubierto” América; aún con un gobierno medieval que iniciaba con aires del Renacimiento como lo muestra, por ejemplo, el que haya tenido como asesor a Tomás Moro, el autor de Utopía y quien fue el primero en utilizar el término socialismo.

Eran tiempos de expansionismo y competencia de imperios; de figuras históricas que determinaron el futuro del mundo que vivimos hoy como Carlos V, Juana la Loca o Bloody Mary, Nicolás Maquiavelo, los Medici y los Borgia. Personajes tan importantes que en menos de 50 años delinearon la política y la historia moderna con sus alianzas, luchas por el poder, intereses y afanes de imperialismo; pero en el caso de Enrique VIII, lo caracterizaron caprichos, crueldades y demostraciones de poder impulsivas.

Enrique VIII tuvo seis esposas: dos de ellas llamadas Ana y tres llamadas Catalina. La primera, la española Catalina de Aragón, tía del entonces poderosísimo rey de España, Carlos V; ex esposa de su hermano y a quien repudió por no “haberle dado un hijo varón heredero al trono”, después de enamorarse de Ana Bolena. El divorcio con la española provocó romper con el Papa de Roma y que el rey fundara su propia Iglesia protestante.

Sin embargo, después de ello, Enrique acusó a su esposa Ana Bolena de adulterio con su hermano y la reina fue decapitada. El rey se casó después con Juana Seymour, quien murió; y contrajo nupcias después con Ana de Cléveris, con quien el “matrimonio nunca se consumó” y de quien se divorció posteriormente para casarse con Catalina Howard, a quién también acusó de traición y condenó a ser decapitada en la Torre de Londres; para posteriormente casarse con Catalina Parr, su última esposa y la única que lo sobrevivió.

En un momento en el que los matrimonios de la nobleza significaban alianzas políticas y militares, se interpretaba irresponsable y un tanto infantil que el rey se casara por amor y no por poder; tomando en cuenta que podía tener las amantes que quisiera dada su posición. Ante la ruptura con la Iglesia de Roma y con el poderosísimo imperio español por un capricho amoroso que le duraría dos años, Enrique VIII pasó a la historia como uno de los reyes cuyos excesos y perturbaciones tuvieron consecuencias enormes para sus pueblos.

Se han escrito infinidad de libros, producido películas, series, documentales y las historias del rey son conocidas (y aún sufridas), sin exageración, por buena parte del mundo; sus alianzas, la separación de la Iglesia católica y sin dudas un legado que demuestra que nadie puede ni debe tener tanto poder, que al poder se le cuestiona, se le vigila y se le limita.