Veo los libros de los niños

Angelica Lobato Torres Articulos

Cuando trabajas en una librería, hay una sección que es la más complicada y que todos tratamos de evadir (excepto mi compañera Naty, ella la ama) la infantil. Los libros infantiles son un mundo aparte de la literatura. En la parte práctica de los libros diré que es una sección que aunque pases todas las horas de tu día laboral acomodando, siempre será un desastre.  

No hay manera correcta de clasificar los libros de niños, es imposible acomodarlos debido a los diferentes tamaños que pueden tener; normalmente se clasifican por edad, pero eso siempre se me hizo algo muy vago, ya que como con los adultos, puede haber niños de 6 años que leen libros más largos que los que leen estudiantes universitarios y niños de 12 años que nunca han leído un libro por gusto.  

El otro motivo para el desorden obviamente son los niños, los pequeños lectores en nuestro país (con sus claras excepciones) no saben cuidar un libro. Es claro que lo primero que buscan son los colores y los dibujos, se entiende, muchos libros infantiles no vienen en empaque plástico por lo que los niños pueden hojearlos o leerlos en el momento, lo que hace que muchas veces el libro se maltrate y se convierta en una merma para la librería. 

Pero una vez que alguien se adentra en el mundo de los libros infantiles, ves que es un mundo maravilloso. Más de una vez te llevas la sorpresa de ver un libro muy colorido, de pocas palabras y que te habla de temas serios. Los libros de Oliver Jeffers son ejemplo de ello. Una petición recurrente es cuando buscan libros para explicar la muerte y su libro “Como atrapar una estrella” es ideal para ello; “El día que los crayones renunciaron” es un libro en que explica el poder de tener nuestra propia opinión sobre las cosas. Y “Estamos aquí. Notas para vivir en el planeta Tierra” abarca desde los diferentes planetas hasta como a pesar de que venimos en muchísimas variantes, todos los seres vivos merecemos respeto. 

Mis libros favoritos para recomendar eran los de la colección “Barco de Vapor” de Editorial SM. Tristemente los dividen por edad, pero creo que son hermosos. La cantidad de texto va aumentando, dependiendo de la edad para los que están dirigidos y también la complejidad de los temas de los que habla. Los libros para más pequeños hablan de temas como el que se caiga un diente o cuando empiezan a pensar que quieren ser cuando sean grandes como el título: “Yo quiero ser…” del autor Tony Ross. Y los libros más avanzados hablan de temas tan complejos como el cáncer en: “Enfermedad se escribe con C” de Edmée Pardo. Estos son libros llenos de humor para temas que a veces no sabemos como explicar a los niños y no deberíamos esperar a que la situación necesite explicación, para que ellos sepan de las cosas que pueden pasar a su alrededor. 

Pero el problema principal de los libros para niños son los adultos. Creo que aún vivimos en una sociedad que cree que la inocencia de los niños significa que son tontos. A veces los adultos no dejan que la consciencia del mundo de los más pequeños crezca al protegerlos de esos “malos” temas. El desempleo, el no sentirse importante cuando hay un hermano menor que roba la atención, las madres solteras, la homosexualidad, los trastornos mentales y las discapacidades, son temas que los adultos no creen que sean necesarios para los niños. Error… los niños son más conscientes y tienen una mente abierta a todo lo que sucede y los adultos son los que deberíamos aprender de ellos. Celebremos a los niños y ayudemos a que crezcan y sean los adultos con los que nos gustaría convivir en estos momentos. 

angelica.lobato@criteriodiario.com