Por: Redacción Criterio Diario /Foto: Getty Images
Ruth Bader Ginsburg, jueza de la Corte Suprema de Estados Unidos y un icono de la defensa de los derechos de la mujer, falleció a los 87 años en su casa de Washington DC luego de una batalla de dos décadas contra el cáncer de páncreas que hizo metástasis, anunció la corte.
Nacida en 1933 en Brooklyn en el seno de una modesta familia judía, heredó el amor por los libros de su madre, Celia, una mujer con ambiciones intelectuales frustradas, fallecida cuando Ruth solo tenía 17 años: “Mi madre me enseñó a ser una señorita. Para ella, eso significaba ser una misma y ser independiente”. Gracias a las becas y el dinero que secretamente Celia había ahorrado para ella, pudo matricularse en Derecho en la Universidad de Cornwell en 1954, donde conoció a Martin Ginsburg, un joven listo y seguro que no temía a las mujeres inteligentes.

A los pocos años la pareja se casó y se mudó a Harvard para terminar los estudios de Derecho. Bader Ginsburg fue una de las nueve mujeres aceptadas ese curso entre más de 500 alumnos, donde el decano obligó a cada una de sus estudiantes a decirle cómo podían justificar que ocuparan el lugar de un hombre en su escuela.
Terminó la carrera a la vez que criaba a su primer hijo y asistía no sólo a sus clases, sino que seguía también las de su marido, a quien le fue diagnosticado un agresivo cáncer de testículos que contra todo pronóstico logró superar.
Más tarde se trasladó a la Escuela de Derecho de Columbia, en Nueva York, y se convirtió en la primera mujer en trabajar en las revisiones de leyes de ambos colegios. A pesar de sus excelentes notas, su condición de mujer y madre, los despachos de abogados de Nueva York le cerraron las puertas, por lo que dirigió sus pasos hacia la enseñanza.
Finalmente, se convirtió en profesora en la Universidad Rutgers en 1963, donde enseñó algunas de las primeras clases de mujeres y Derecho, fue cofundadora del Proyecto de Derechos de la Mujer en la Unión de Libertades Civiles de Estados Unidos.
Motivada por las numerosas desigualdades que había observado en su vida y en su lugar de trabajo (en Rutgers, los hombres cobraban más porque “tenían que sostener una familia”, aunque el salario era el mismo para los solteros), mientras que Ginsburg estaba embarazada, fue rebajada de categoría a una oficina de seguridad social (la discriminación contra las mujeres embarazadas aún era legal en la década de 1950) y esa experiencia la llevó a ocultar su segundo embarazo años más tarde.
En el Proyecto de Derechos de la Mujer en la Unión de Libertades Civiles de Estados Unidos fundó un departamento dedicado exclusivamente a los derechos de la mujer. En 1971, el alto tribunal dictaminó por primera vez que tratar de forma diferente a un hombre y a una mujer era inconstitucional a partir de una de sus demandas. El caso ‘Frontiero contra Richardson’, en el que defendió que un hombre, marido de una piloto de las fuerzas armadas, tenía igual derecho que una mujer a recibir los beneficios sociales previstos por el ejército para las esposas.
También fue durante este tiempo cuando discutió en nombre de una capitana de la Fuerza Aérea que había quedado embarazada y a quien le pedían que abortara al bebé para que no perdiera su trabajo.
En 1973, el caso Roe vs. Wade decidió la legalización del aborto, pero Ginsburg notó que, dado que el fallo dependía del derecho a la privacidad y no del de la protección igualitaria, estaba abierto a un ataque legal. “La Corte se aventuró demasiado lejos en el cambio que ordenó y presentó una justificación incompleta de su acción”, contó en una conferencia.
En 1980, el presidente Jimmy Carter nominó a Ginsburg a la Corte de Apelaciones de Estados Unidos para el Distrito de Columbia, donde pasó 13 años e hizo buenas amistades con jueces centristas y conservadores, dando a entender que compartía su postura como cuando rechazó a escuchar el caso de discriminación de un soldado que dijo que había sido dado de baja de la Armada por ser gay.
El presidente Bill Clinton la nominó a la Corte Suprema en 1993, convirtiéndose en la segunda mujer en ser juez del más alto tribunal de Estados Unidos. No era exactamente la candidata del movimiento feminista y desconfiaban de sus puntos de vista sobre el aborto, aunque los desacuerdos fueran jurídicos, pero su candidatura se impuso, en parte gracias al acoso que hizo su marido en el entorno del presidente Clinton.

Uno de sus casos más importantes y tempranos en la Corte fue el llamado Estados Unidos vs. Virginia, que anuló la política de admisión de sólo hombres en el Instituto Militar de Virginia. Al explicar su decisión, Ginsburg alegó que “ninguna ley o política debería negar a las mujeres la plena ciudadanía, la misma oportunidad de aspirar, lograr, participar y contribuir a la sociedad en función de sus talentos y capacidades individuales”.
A medida que la Corte se ha vuelto más conservadora, Ginsburg se movió cada vez más hacia la izquierda y se hizo famosa por sus ardientes disensiones del resto de los jueces. Una posición que la volvió tan conocida que una joven estudiante de Derecho llamada Shana Knizhnik creó una cuenta en Tumblr dedicada a Ginsburg llamada “Notorious RBG” (la notoria RBG), una referencia al difunto rapero The Notorious BIG, “Estaba más allá de mi imaginación más desvocada que algún día me convertiría en la Notorious RBG”, dijo. “Ahora tengo 86 años y, sin embargo, gente de todas las edades quiere tomarse una foto conmigo”, comentó.

La cuenta reintrodujo a Ginsburg a una nueva generación de jóvenes feministas y se hizo tan popular que Knizhnik y su coautora Carmon convirtieron el blog en un libro del mismo nombre, que se convirtió en un éxito de ventas.
“Creo que en realidad es algo que Ginsburg realmente ha disfrutado en estos últimos años”, opinó Schiff Berman, quien trabajara para la jueza, “Para ella es muy emocionante sentir que su legado puede inspirar a una nueva generación de mujeres, jóvenes en particular “, agregó.
Muchos aspectos de la vida de Bader Ginsburg se han convertido en un tema de fascinación en internet. RGB, ha sido celebrada por su estilo de moda, desde su afición por los guantes de encaje hasta sus elaborados jabots, (los cuellos que lleva sobre sus túnicas), o su famoso “collar disidente”.

En 2015, Ginsburg se puso del lado de la mayoría en dos casos históricos, ambas victorias masivas para los progresistas estadounidenses. En una fue una de los seis jueces que defendieron un aspecto crucial de la Ley de Cuidado de Salud Asequible de 2010, comúnmente conocida como Obamacare. En el segundo, Obergefell vs Hodges, se puso del lado de la mayoría 5-4, legalizando el matrimonio entre personas del mismo sexo en los 50 estados.
Sin embargo, la jueza no fue inmune a la crítica… ni al error.
Durante las elecciones de 2016, llamó “farsante” al entonces candidato Donald Trump y dijo que no podía imaginar un mundo con él como presidente de Estados Unidos.
“Dice lo que se le ocurra en el momento. Realmente es un egocéntrico”, le dijo a CNN. Sus declaraciones fueron criticadas tanto por la derecha como por la izquierda, que alegaron que esos comentarios podrían minar la imparcialidad y autoridad de la corte.
RGB finalmente se disculpó.
Durante los dos mandatos del presidente Barack Obama, algunos expertos se preguntaron en voz alta si no era hora de que Ginsburg se retirara en ese momento, con un demócrata en el cargo, lo que permitiría el paso de otro juez liberal para la corte. Pero esos llamados fueron recibidos por Ginsburg con cierta irritación.

“Muchas personas me han preguntado: ‘¿Cuándo va a renunciar?’, pero mientras pueda seguir haciendo mi trabajo a todo vapor, seguiré aquí”, dijo en una entrevista.
Cuando la cadena de radio pública estadounidense NPR le preguntó en 2019 si se arrepentía de los desafíos que había enfrentado en la vida, la gran confianza en sí misma de Bader Ginsburg brilló: “Creo que nací bajo una estrella muy brillante”.
Antes de morir, la magistrada dictó una nota a su nieta Claire Spera con su última voluntad: “Mi más ferviente deseo es no ser sustituida hasta que un nuevo presidente tome posesión”, reza la nota, facilitada a la radio pública NPR.
Tras conocerse la noticia, hubo una vigilia frente a la sede de la Corte Suprema en Washington DC para rendir homenaje a RBG

Las espadas están en alto en el Senado. “La vacante no debe llenarse hasta que no haya un nuevo presidente”, ha reclamado el líder de los demócratas en el Senado, Chuck Schumer, que exige que los votantes “tengan voz” en la selección del nuevo juez.
Los demócratas se apresuraron a exigir que se espere hasta después de la elección y Biden también ha dicho que el remplazo de Ginsbrurg debe esperar a las elecciones,”Los votantes deben elegir al presidente y el presidente debe elegir al juez para que lo considere el Senado”, declaró Biden el mismo viernes. Esto podría movilizar a favor de Biden a electores de izquierda que aún están inseguros de votar por él.
Como esto ocurre además en un país políticamente polarizado y a pocas semanas de una elección presidencial cargada de tensión, el debate por el reemplazo de Ginsburg amenaza con aumentar la fractura entre republicanos y demócratas.
El Senado está controlado por el Partido Republicano de Trump y su líder allí Mitch McConnell, anticipó en la misma noche del viernes que en la cámara habrá una votación sobre el juez que nomine el presidente, en una corte de nueve miembros donde ya ha colocado a dos y altere así por años el equilibrio ideológico del Senado a favor de los conservadores. Sin embargo, evitó decir cuándo ocurriría esto: si antes o después de las elecciones del 3 de noviembre.