Apuntes sobre la Revolución: las ideas, la educación y los registros oficiales

Criterios Pablo Aréchiga Fernández

La historia es uno de mis hobbies, y la de la revolución mexicana representan un mundo de historias de heroísmos, idealismos, pragmatismos, grupos, intereses, traiciones, ingenuidades, ambiciones, intervenciones estadounidenses, represiones, hazañas militares, intrigas políticas, personajes de novela como Villa o Zapata, personajes de novela como el hijoeputa de Huerta, y múltiples proyectos de nación. 

La suma de todo lo anterior moldeó a la nación, construyó buena parte de lo que somos como país: nuestros valores, las instituciones que mantenemos y muchos de los discursos ideológicos que nos enseñaron (y nos creemos) y algunos opuestos que sostienen grupos políticos e intelectuales, si quieren una prueba pregunten a su grupo de amigos o escriban en google la frase “Porfirio Díaz: héroe o villano” y se sorprenderían de la cantidad de posturas y opiniones al respecto. Todos deberíamos tener una o al menos, sentimientos encontrados al respecto.

Dentro de la historia de la revolución, me gustaría compartir (esforzándome porque quepan en dos párrafos) 3 relatos:

1. Los Flores Magón, el sueño anarquista y el poder de las ideas: los hermanos Flores Magón creían ciegamente en que la difusión de las ideas liberales y anarquistas generarían los cambios políticos y sociales que generarían justicia; incluso estuvieron presos en diversas ocasiones en México y Estados Unidos por oponerse a Díaz, a Madero, a Huerta, a Carranza, además de haber fundado clubes liberales, participado en la lucha armada e intentado llevar a cabo su sueño de modelo anarquista en Baja California. 

Ricardo, el más radical de los hermanos, murió en la cárcel por difundir sus ideas mediante la edición de periódicos que eran vueltos a publicarse con la misma intensidad y fuerza con la que los censuraban, al tiempo que afirmaba que el “magonismo” no existía, pues argumentaba que el proyecto social era más grande que el de una persona. No se puede entender a la revolución sin las demandas laborales ni los antecedentes políticos de los Flores Magón, cuyo periódico principal, por cierto, se llamaba Regeneración. 

2. Francisco Villa, antes de ser el Jefe de la temible División del Norte, fue asignado por Madero para combatir a Pascual Orozco bajo las órdenes de Victoriano Huerta, quien acusándolo de insubordinación ordenó su fusilamiento. Sin embargo, Madero le perdonó la vida y a cambio lo apresaron en la Cárcel de Santiago Tlatelolco, de la que finalmente escapó, fundó la División del Norte y se consolidó jefe militar y líder social. 

En la cárcel aprendió a leer y a escribir, así como los ideales del agrarismo y la revolución del zapatista Gildardo Magaña, además de haber platicado con el general porfirista Bernardo Reyes (siempre me ha intrigado esa plática). No se puede entender a la revolución sin Villa, y no se puede entender a Villa sin la educación que le dio su paso por la cárcel. 

3. Venustiano Carranza, a quien se le atribuye la convocatoria para la redacción de la Constitución de 1917 y su promulgación; el Primer Jefe de la Revolución e impulsor del Plan de Guadalupe que venció al usurpador Victoriano Huerta con Álvaro Obregón, Francisco Villa y Pablo González como lugartenientes. 

Después de pelear contra Zapata, Villa, Obregón, Calles y Adolfo de la Huerta,  haber impulsado ideas moderadas en la Constitución que él mismo convocó y haber “carranceado” el presupuesto público, huyó hacia Veracruz en un tren que tuvo que abandonar para continuar su escape en la inaccesible sierra norte de Puebla, donde finalmente fue asesinado en Tlaxcalantongo, con al menos 8 balazos disparados desde afuera de la choza en la que se resguardaba. Su acta de defunción estableció como la causa de muerte: suicidio. 

@pabloarechiga