“Mi alma se quedó en la carretera”

Aldo Obregón Criterios

De vuelta a la vida normal es estar de vuelta en el camino.

El fin de semana pasado el arte y la vida me llevaron una vez más como visitante histriónico a la ciudad de Oaxaca. La carretera siempre es amable y filosa, mucho más amable que el vuelo y mucho menos filosa. La verdad, jamás me han gustado los aeropuertos y las últimas veces que me toca aguantar el protocolo antes de despegar me he llegado a sentir, como dice mi querido Edel, líquido y deshuesado.

Viajar con el arte a cuestas, es un acto de valentía y riesgo, una apuesta que sólo se puede ganar si las pérdidas nos importan poco.

El artista independiente planea y produce, soluciona y corrige sobre la marcha sin el cobijo de una gran empresa o de un equipo especializado. El artista independiente, así, se convierte en su propio “road manager”, en su propio guarura y, si las circunstancias lo demandan, en su “todo lo demás”.

“La locomotora”

Uno de los espacios independientes más emblemáticos del sur/sur este del país es, sin duda “La Locomotora”; caja negra que desde hace años se ha dado a la tarea de levantar la cultura teatral en una de las ciudades más plagadas de oferta artística y, al mismo tiempo, más celosas de su obra y rejega a aceptar la obra que viene de afuera. Este foro, como casi todos los foros independientes del país, está construido sobre el amor, la cooperación y la comunidad. El objetivo es repartir belleza, hacer crecer la expectativa, llenar de ruido y color un lugar de por sí ruidoso y colmado de color.

Esta fue la tercera o cuarta vez que presentamos “Mis Bobul Gomers” en Oaxaca y no me deja de sorprender lo fácil que es conectar con cualquier público a través de la sinceridad. Será que nos cargamos desde temprano con chocolate, café y tlayudas; será que nos sentimos ya como una extensión de este foro; será que nuestro hogar angelopolitano no es tan diferente al hogar que hemos construido de visita en visita por allá, por la ciudad más hermosa de nuestro país.

“La Locomotora” es un ejemplo de que el arte puede capitalizarse, que el artista no requiere de limosna y puede caminar de otra forma, acompañado no sólo de la capacidad de conmover, sino también de formas de convencimiento que no le pongan el pie al arte y logren que este llegue a cada vez más corazones.

Muy fuera de la idea de que el actor debe sufrir, estos foros nos invitan al crecimiento.

“Una ciudad grande conectada por calles enormes”

Cuando el camino se sentía más como hogar que el mismo hogar, cuando mi diario quehacer tenía más que ver con centrales camioneras que con mi cama, solía pensar que mi ciudad se expandía con cada viaje. Así, Puebla y la CDMX pronto se convirtieron en dos enormes barrios de la misma colonia; más al norte está Querétaro, más al sur Oaxaca y así todo el país terminó sintiéndose como una gigantesca aldea.

Ahora las distancias se sienten monstruosas y no sé si es por falta de costumbre o porque el mundo se me hizo chiquito en el último año y medio.

Extraño sentir que el camino es un lugar seguro, que la carretera me ama y que el destino siempre será amable conmigo.

Entre las inevitables noticias que transforman la autopista en un riesgo, la neurosis que la edad me ha clavado en la nuca y algunas experiencias que deciden salir a mostrar sus cicatrices en el peor momento, la familiaridad y la confianza se han perdido.

Añoro, necesito que el camino vuelva a ser mi hermano, mi compinche y mi hogar. De no lograrlo, y viendo que la agenda teatral no parece estacionarse por lo pronto, me espera una pequeña tortura antes del dulce que es dar función.

¿Lo pago? Lo pago.

¿Preferiría no pagarlo? Solo el tiempo y los nuevos kilómetros me lo aclararán.

@AldoObregón