En estos días, en lo que el “Hashtag” WWIII (World war 3 o Tercera Guerra Mundial) comienza a surgir entre los usuarios de las redes sociales debido a la situación en la que se encuentran Ucrania y Rusia, es importante que recordemos los hechos que ya pasaron y que se muestran nuevamente en estos casos (simplemente en esta semana de igual manera, se mencionó que Rusia tenía una lista de activistas pro LGBT de Ucrania y que en caso de invasión, debían ser aprehendidos y llevados a “campos”).
Para quienes hemos olvidado los hechos y las consecuencias de lo ocurrido en la última guerra mundial, existe un espacio que nos acerca a la historia e historias de aquellos que vivieron el holocausto de la segunda guerra mundial.
Ubicado a un costado de la Alameda Central en la Ciudad de México, enfrente del Hemiciclo a Juárez, vecino a edificios diseñados por “Legorreta” se encuentra el Museo Memoria y Tolerancia. Dicho espacio que abrió sus puertas a los visitantes en el año 2010 quizás no tiene el mejor nombre sobre lo que alberga dentro de sus muros.
El recorrido comienza en un quinto piso, donde una plataforma de cristal conecta la llegada de los elevadores hacia la sala introductoria. Esta sala nos presenta una serie de pantallas en las cuales se remarca como a la humanidad le gusta conmemorar los grandes logros de la misma, pero pocas veces se hace incapié en los fracasos o en los momentos más bajos de la misma. Y ahí, se nombra como tema principal del museo la segunda guerra mundial y el exterminio de la población judía de Alemania. Una puerta se abre y nos reciben fotografías de personas que sonríen y algunos pasaportes originales de quienes lograron llegar a otros países a tiempo.
Así comienza la parte escalofriante de las salas de exposición, relatando el ascenso de A. Hitler en el gobierno de Alemania, exponiendo cómo era retratado en la prensa de México y el mundo, sus ideales y su camino.
Entre armas, pins, insignias, dagas, estandartes el visitante entiende poco a poco cómo fue el crecimiento de la ideología que llevó al poder.
Poco a poco la museografía, te va llevando de la mano de la historia, reforzando con videos de sobrevivientes las historias de terror que vivieron en aquellos años las víctimas del régimen. Así se explican los ghettos, los escuadrones de la muerte, la reunión en la que se decidió la creación de los campos de concentración… Posterior a este hecho, se encuentra uno de los elementos más impresionantes de este recinto, un vagón de tren de la época, vehículo en el cual pudieron haber sido trasladadas cientos de víctimas hacia alguno de los campos de concentración, la sensación de pasar a través de este espacio y voltear y ver la imagen de un terreno nevado y al final del mismo un campo de concentración. Con ello se recrea la experiencia de las víctimas, las paredes cambian sus texturas y el hilo conductor se vuelve más pesado.
Con maquetas, historias, textos, uniformes, fotografías y videos, poco a poco se relatan los horrores que han sido documentados en infinidad de libros, artículos, películas y otros medios. Así se explican los códigos con los que se identificaba a los prisioneros, los códigos usados por los oficiales de los campos de concentración y cómo se comunicaban para determinar el destino final de las personas que llegaban a esos espacios.
La forma en la que el se explica la crueldad y deshumanización que se llevó a cabo en ese periodo de la historia es explicada perfectamente, acercando a quienes no conocen del tema y exponiendo elementos nuevos a quienes conocen del tema.
Quizás sorprenda el ver todos los elementos históricos que han sido reunidos en este espacio, elementos que pudieran parecer tan lejanos a nuestra realidad latinoamericana, pero tan cerca en tiempo.
Un espacio que aunque se enfoca en los crímenes del periodo comprendido por la Guerra nos recuerda en sus últimas salas acerca de otros genocidos que no han tenido la difusión del Holocausto, Rwanda, Guatemala, Armenia… muchos que incluso siguen sucediendo al día de hoy.
Es un gran museo que nos muestra no solo la relación que tenemos como humanos, sino que nos acerca a hechos que puede ser muchos hemos considerado lejos en temporalidad y espacio.