Siendo un amante del centro histórico de Puebla, el regresar a él durante esta pandemia ha sido difícil. Es decir, me cuesta trabajo el justificar las visitas al mismo. Pero un proyecto emanado desde las oficinas de un colaborador de este diario hizo que en una tarde Poblana recorriera buena parte del mismo.
Y es así como “Patio, encuentro de intervenciones efímeras” nos invitó a los Poblanos a regresar al centro, a experimentar los espacios, que quizás familiares para muchos, como lo son Profética: Casa de la Lectura, Restauro, el Museo Taller Erasto Cortés, o desconocidos como fueron otras sedes que abrieron sus patios de manera extraordinaria para recibir una propuesta artística contemporánea, que llenaba de vida y de reflexión al espectador.
Con todas las medidas de higiene y respetando las normas de los tiempos del coronavirus, cada una de las instalaciones tocó una fibra sensible dentro de este amante de Puebla, ya que cada una de las intervenciones que se declararon habitantes de la Angelópolis parecían antiguos conocidos, es decir quienes hicieron las intervenciones, aunque efímeras, tomaron cuidadosamente en cuenta los espacios de estos inmuebles históricos y se esforzaron en que las mismas convivieran de manera excepcional con los espacios arquitectónicos que las albergaban.
Si es que usted tuvo la oportunidad de escapar al centro y, vivir esta experiencia sensorial que fue “Patio”, los felicito, si no, permítame relatar un poco de algunos de los espacios que llamaron más mi atención.
En la esquina de la 5 oriente y el callejón de los Sapos se encuentra Restauro, afamado restaurante que presentaron dos instalaciones bajo un mismo discurso, es decir en un patio de menores proporciones se tenían una serie de mantas suspendidas con imágenes pintadas en ellas, y en el patio principal de la casa una serie de ramas atadas, que de igual manera se encontraban suspendidas, invitando a la reflexión interior del espectador y a la apertura de quien presenciaba la intervención. Hacia la deconstrucción interior para alcanzar un plano de unión con el espacio, evaluando nuestro papel dentro del espacio y las consecuencias de nuestras acciones hacia la naturaleza.


Dentro del inmueble marcado con el número 404 de la 2 Oriente, se ubicó una de las instalaciones que más llamó mi atención, 1,200 hilos de algodón colgaban del cielo, todos con un cilindro de madera en su parte más cercana al suelo, la disposición de los mismos creaba una bella cúpula en la parte central del patio, siendo que se tenía que atravesar una serie de “obstáculos” o caos como lo denominó el artista para llegar al centro, y encontrar que después del caos se llega al orden, y así dentro de este espacio se encontraba una de las definiciones más bellas y profundas no sólo de este encuentro, sino que puede resonar en las vidas de tantos de nosotros.

Avanzando sólo unos metros, en la 4 norte 210, enfrente del museo de San Pedro, se encontraba una hermosa nube suspendida en el espacio, debo decir que la paz que transmitía no solamente la intervención sino la intención de quienes se esforzaron en diseñar la convivencia armónica de esta pieza con la casa era palpable.


En otro cuadrante de la ciudad, la 5 poniente 309 nos presentaba una historia completa a través de la instalación, al ojo desnudo del espectador, se veía un hermoso tornado de listones de colores que narraba la fundación de la ciudad a través de sus 6 barrios originarios, y como las historias de los mismos se han ido intercalando para formar lo que ahora es, siendo que esos listones quizás no terminaron en la misma posición original en la que comenzaron, pero es gracias a esa cooperación y tejido de los mismos, el tejido social, que se ha logrado el desarrollo de la historia comunitaria de Puebla, dejando las puntas sin tejer, siendo el futuro que nos toca tejer a quienes ahora habitamos la ciudad.


Cruzando la calle, Casa Pilastra nos presentó una magnífica instalación que con la cooperación de los Maestros artesanos en pirotecnia de la región de Cholula, presentaban la Pirotecnia Celeste, y es que por medio del manejo del carrizo con el cual ellos elaboran los castillos o toritos para las ferias patronales, elaboraron, a comisión de los creativos de este proyecto, una serie de elementos espaciales que representaban a los astros, un hermoso juego geométrico que en ciertos momentos emulaba un móvil al cual como niño podías quedarte observando durante mucho tiempo.


Y aunque hay muchos que no menciono, por último quiero hablar de la intervención realizada por “Camino a la quincena” en el espacio marcado con el número 305 de la calle 11 poniente, esta casa que se encuentra en un estado de conservación bastante triste, logró ser a mi punto de vista una de las propuestas que llamaba más a la reflexión, el equipo que trabajó en el proyecto de este espacio presentó un piso de 225 mosaicos elaborados por el sedimento recolectado en los viajes realizados por una trabajadora del hogar, desde una de las zonas más ricas de esta ciudad, hasta una de las más pobres, invitando a la reflexión sobre el suelo que pisamos y las desigualdades que se presentan en la vida diaria.

Es así como por durante 9 días, diversos espacios de la capital nos invitaron a observarlos de otra manera, a identificarnos con ellos, a sentir y vivir experiencias nuevas, a reflexionar y a interpretarlos de una nueva manera. Sin duda espero la próxima edición de este magnífico evento que promete mucho para el futuro cultural del centro histórico de la ciudad.
jaime.aguilar@criteriodiario.com